El Ente Siniestro de Lorenzo

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En los confines entre Canadá y Estados Unidos, en un rincón olvidado de la civilización, vivía un hombre solitario llamado Lorenzo. Era un hombre de campo, arraigado en la tierra que lo vio crecer, ajeno a los avances del mundo moderno. Sus ojos oscuros reflejaban la dureza de la vida que llevaba, pero también ocultaban un secreto siniestro que había permanecido oculto durante años.

Los lugareños siempre habían murmurado sobre Lorenzo, atribuyendo las desapariciones de migrantes a su presencia misteriosa. Se decía que en las noches de luna llena, un ente diabólico se apoderaba de su cuerpo, convirtiéndolo en algo más allá de la imaginación. En esa remota región, entre los bosques de Canadá y los extensos campos de Estados Unidos, el peligro acechaba en las sombras.

Una noche, cuando la luna llena brillaba en lo alto, un grupo de migrantes desesperados llegó a la zona, siguiendo las estrellas en busca de una vida mejor al otro lado de la frontera. El corazón de Lorenzo latía con una emoción retorcida mientras los observaba acercarse. El ente dentro de él ansiaba liberarse y alimentarse de su miedo.

Los migrantes llegaron a su refugio humilde, buscando agua y refugio. Lorenzo los recibió con una sonrisa falsa, ocultando su verdadera naturaleza. Ofreció comida y agua, pero los migrantes notaron una extraña mirada en sus ojos. La tensión en el aire era palpable cuando se dieron cuenta de que algo no estaba bien.

La noche cayó y Lorenzo los condujo hacia una cabaña apartada, prometiendo que estarían a salvo allí. Pero conforme avanzaban, uno a uno, el ente se apoderaba de él. Su cuerpo comenzó a retorcerse, su piel se volvió pálida como la luna y sus ojos brillaron con una luz malévola.

Dentro de la cabaña, los migrantes sintieron un escalofrío en la espalda. Los murmullos siniestros llenaron el aire mientras el ente manifestado en Lorenzo comenzaba a acecharlos. Uno por uno, los migrantes fueron enfrentando su peor pesadilla. Cuerpos retorcidos y torturados se convirtieron en la macabra obra de arte de Lorenzo y el ente.

En la mañana, los lugareños encontraron la cabaña bañada en sangre. Los cuerpos sin vida de los migrantes yacían en el suelo, sus expresiones de terror congeladas en el tiempo. Las noticias se extendieron rápidamente, y el temor hacia Lorenzo se volvió aún más intenso.

La policía finalmente tomó cartas en el asunto, decidida a poner fin a la carnicería que había estado ocurriendo en la región fronteriza. Los agentes se acercaron sigilosamente a la cabaña de Lorenzo, conscientes de la oscuridad que habitaba dentro de él. Pero Lorenzo, o más bien el ente, no era tan fácil de vencer. Se enfrentaron a una lucha desesperada, mientras el ente usaba la fuerza del cuerpo de Lorenzo para repelerlos.

Después de una lucha agotadora, los agentes finalmente lograron someter a Lorenzo. Lo esposaron y lo llevaron fuera de la cabaña, enfrentándolo al amanecer. Lorenzo miró al cielo con ojos vacíos, el ente había cedido temporalmente su control. El horror de sus acciones comenzó a penetrar en su mente mientras escuchaba los testimonios de los sobrevivientes y veía las fotografías de sus atrocidades.

Los lugareños se habían reunido en una multitud silenciosa, observando mientras la policía llevaba a Lorenzo hacia su destino final. El ente todavía luchaba por liberarse, pero sus esfuerzos eran en vano. Mientras los primeros rayos del sol iluminaban el paisaje nórdico, los agentes levantaron sus armas y dispararon.

Lorenzo cayó al suelo, su cuerpo finalmente libre del control del ente diabólico. La sombra que había acechado la frontera entre Canadá y Estados Unidos durante tanto tiempo parecía haberse desvanecido con su muerte. La tranquilidad descendió sobre la región, pero las cicatrices de su terror perdurarían en la memoria de aquellos que habían sido testigos de su crueldad.

La frontera entre Canadá y Estados Unidos volvió a ser un lugar de tránsito, un lugar de esperanza y desafío para los migrantes que cruzaban en busca de una vida mejor. Pero la historia de Lorenzo y el ente que lo poseyó seguía siendo un recordatorio siniestro de que incluso en los lugares más remotos, el mal podía acechar en las sombras, esperando el momento adecuado para liberarse. Y así, la oscuridad de la región fronteriza seguía siendo una advertencia sombría de los horrores que podían surgir en la intersección entre el bien y el mal.


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