Elías un mes antes, estuvo ayudando a un albañil que conocía y le ofreció ganarse un dinero limpio. Solo tenía que durante un mes, ayudarlo a restaurar la cocina y el baño de un bar. Después ayudar a su señora a limpiarlo, una vez terminado. Se lo ofreció sabiendo que el chico lo necesitaba. El conocido le daría 600 Euros al terminar. Comida gratis, más gastos. Elías acepto.
Cuando su madre se fue y Roberto lo echo de casa, pensó;
--- menos mal que tendré para comer un tiempo.
Cuando se dirigió a su amigo para que le pagara el trabajo hecho, este le dijo;
--- Ayer llame a tu casa y tu hermano me contesto. Le dije que te pasaras a cobrar y me dijo que no podías en ese momento. Que se pasaría él a coger el dinero y luego te lo daría.
---Gracias.
Elías se dio la vuelta y salió del local. Elías no daba crédito. Ya no podía mas con la vida que le había tocado. Se encontraba otra vez, en la calle, sin dinero y sin saber dónde ir.
Deambulando por la calle se encontró una compañera de clase, de cuando iba al colegio. Aparte era vecina de dos calles más abajo de la suya. Habían salido en varias ocasiones en grupo y dos años celebraron las navidades juntos. Su madre lo conocía y se llevaban bien. Esas dos navidades que el estuvo en su casa, no causo ningún problema y nunca se comporto fuera de normal con esa familia. Fue muy correcto, asta cooperaba en los quehaceres familiares.
Su amiga se llamaba Érica, esta le pregunto y Elías le pidió un favor;
---¿ puedes abrirme la terraza de tu bloque y dejarme dormí sin que nadie se entere? Te prometo no hacer ruido, para que no tengáis problemas con los vecinos. No tengo donde ir, no tengo que comer y no tengo a quien pedir ayuda. (Echándose a llorar sin poder remediarlo) Érica, estoy cansado de vivir.
Érica sin abrir la boca, le dio un pañuelo, lo miro y le dijo;
--- me tienes a mí.
Los dos empezaron a caminar, ninguno pronunciaba palabra. Elías con los ojos rojos y Érica firme mirando siempre hacia delante. Elías no sabía que le esperaba todavía, pues seguía siendo menor. No podía decir nada a los servicios sociales, pues lo meterían en un piso y su madre saldría perjudica. Solo pensaba que todavía le quedaban 2 años de calvario.
Se asomaba mientras andaban a su memoria buscando una sonrisa de su madre, un recuerdo agradable. Un regalo de cumpleaños, de su santo o simplemente en las navidades, no encontrando nada en lo que agarrase para poder sonreír. Cada vez que recordaba algo, era una espina sangrante en su corazón, Cada recuerdo era un fantasma que quería olvidar.
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