La Masajista

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Alicia llegó al Spa y revisó las citas del día. El primer cliente que debía atender se llamaba Carlos y pidió un masaje TODO INCLUIDO. No era ese tipo de lugares donde dan finales felices, un todo incluido significaba que el cliente quería un masaje de pies a cabeza, usando aceites, piedras calientes y todo lo que pidiera.

Esos masajes son los más costosos y Alicia disfrutaría un buen porcentaje, así que faltando poco para la cita entró a su salón, encendió velas e incienso y puso música relajante. Un cliente dispuesto a pagar ese precio se merece la mejor experiencia y tal vez deje propina.

Unos minutos después llegó Carlos, un hombre alto y corpulento, vestido como todo un alto ejecutivo, con un porte de elegancia y distinción que hizo que Alicia se derritiera al verlo en la recepción.

“Hola Carlos, bienvenido, me llamo Alicia y te estaré atendiendo hoy. ¿Has tenido masajes antes?”.

Carlos le respondió que era su primera vez y lo hacía porque había sido un mes muy agotador en su empresa. Alicia llevó a Carlos hasta la sala de masajes y al entrar le explicó de qué se trataba y le pidió que se quitara la ropa mientras ella salía un minuto.

“Voy a usar aceites, por lo que si te quitas todo sería mejor, pero no hay ningún problema si te quedas en bóxer, igual vas a acostarte y cubrirte con esta toalla”.

En cuanto Alicia salió, Carlos decidió desnudarse por completo, en realidad no le molestaba la idea de que ella lo viera y mientras esperaba su regreso comenzó a pensar cosas. Alicia era una rubia muy linda, ojos claros y se notaba un buen cuerpo debajo del kimono asiático que utilizaba como uniforme. Carlos sintió una erección creciendo y tuvo que acostarse boca abajo para ocultarla.

Alicia tocó la puerta y entró, “olvidaste la toalla” le dijo a Carlos al ver sus nalgas descubiertas. Le colocó la toalla y comenzó con el masaje. Empleando aceites cálidos empezó por su cuello, luego su amplia espalda, presionando con fuerza algunas zonas y acariciando con suavidad otras. Después de masajear sus piernas le pidió que se volteara.

Como pudo, Carlos se dio la vuelta tomando la toalla para cubrir su pene. La toalla no ocultó que estaba duro como una piedra y al parecer, muy bien dotado. Alicia se hizo la sorprendida y luego entre risas le dijo “tranquilo, estás desnudo y una mujer te está tocando, es normal, relájate”.

Masajeó sus muslos y mientras se acercaba a su entrepierna, el pene de Carlos se movía bajo la toalla, “estás muy tenso, si quito esto ya no tendrás nada que ocultar y tal vez puedas relajarte, ¿Estás de acuerdo?”, le dijo Alicia, él asintió con su cabeza y ella retiró la toalla.

“Ahora necesito que cierres tus ojos y respires lentamente, yo continuaré con mi trabajo”. Alicia sabía que tener sexo en el spa iba contra las reglas, pero al ver el enorme pene de ese hombre que la traía mojada desde que llegó, se lo metió en la boca.

Carlos abrió sus ojos para verla chupando, ella ya había quitado su kimono y estaba en ropa interior. Ahora el masaje era con su lengua, desde la punta hasta los testículos, lo recorrió por completo. Luego chupó rápido, moviendo su cabeza y mirando a Carlos. Estaba tan mojada que se subió a la cama y ella misma se metió el pene de Carlos en su vagina.

“Oh, que bien se siente” susurró Carlos, sabiendo que podían escucharlos afuera. Alicia comenzó a rebotar, retiró su brasier y él apretó sus tetas con fuerza, como si supiera que eso la encendía aún más. Carlos estiró sus brazos y con sus dedos acarició el ano de Alicia. “¿Quieres mi culo? Yo te lo puedo dar” dijo ella en el oído de Carlos.

Él se levantó y la dejó a ella en la camilla, terminó de retirar su panty e introdujo su pene en el apretado ano de ella. Poco a poco fue entrando y cuando estuve dentro por completo, empezó a bombear con fuerza. “Sí, así, cógeme duro, acaba en mi culo” repetía ella en voz baja. 

Alicia lucia como poseída, él era tan grueso y duro que lo sentía en todo su cuerpo y la hacía desearlo aún más. Carlos explotó dentro de su culo, tan profundo, que ella podía sentir los chorros calientes. Él le metió los dedos en su vagina vigorosamente hasta hacerla acabar también.

Con varias toallas se limpiaron y recorriendo sus cuerpos decidieron besarse, Carlos estaba poniéndose duro de nuevo, pero Alicia vio el reloj, le pasó su ropa y le dijo que estaba a punto de cumplirse la hora de la sesión. “Supongo que no podré disfrutar del TODO INCLUIDO, pero me voy más relajado de lo que pensaba” dijo Carlos mientras se vestía.

Cabe mencionar que Carlos dejó una jugosa propina y se convirtió en cliente habitual del lugar, por supuesto, pidiendo a Alicia como su masajista preferida.


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