Mientras se mantenía escondido entre los escombros, hacia todo lo posible por aguantar la respiración, para no moverse ni un centímetro, en el hueco donde se encontraba metido. El hombre se acerco y echo un vistazo, mirando de derecha a izquierda y metiendo la mano por el hueco, por si podía dar con el gatito. Todo fue innecesario, pues como tenia conciencia humana, supo muy bien como esconderse, sin hacer ni una pizca de ruedo, ni ningún movimiento extraño, que pudiera delatarlo.
Por primera vez, se sentía acorralado, indefenso, expuesto a las inquietudes y adversidades que en esta ocasión, la vida le había puesto en su camino. El estaba acostumbrado a que desear algo, era obtenerlo a costa incluso de la vida. Todo el mundo lo escuchaba, callaba y obedecía. Si alguno se ponía en su camino, a los pocos días moría, en accidentes, envenenado o sencillamente, desaparecía sin dejar rastro.
Una vez que el sonido de alarma ceso de avisar a los ciudadanos, que los aviones andaban cerca, salió del escondite. Pero desconfiando de todos y de todo lo que se moviera a su alrededor. En su huida, se hizo un corte en una de sus patitas, andando cojo y de mala manera. Gimiendo y quejándose, no exactamente por el dolor, si no el no saber andar a tres patitas.
Cada vez que se movía era una queja, cada vez que daba un pasito, era una maldición que salía de sus pensamientos. Cada vez que gruñía miraba por si el hombre lo veía.
Una anciana que pasaba por ahí, con pasos rápidos, se percato de lo que le estaba ocurriendo al gatito. Decidió cogerlo en una de esas ocasiones en que se encontraba distraído, maldiciendo y quejándose, no dándose cuenta, ni pudiendo reaccionar, al movimiento de la anciana. El hombre al darse la vuelta y ver a la abuela con el gatito, se dirigió a la mujer, pidiéndole que se lo devolviera. El gato escuchándolo todo se agarro como pudo a las ropas de la abuela, insinuando con sus movimientos que no lo soltara. En el instante en que la señora le respondía al hombre.
--Perdona, el gato es de mi nieta, con el ruido se había escapado y acabo de encontrarlo. (En el mismo momento, en que lo apretaba contra su pecho)
--Por favor démelo, mi hijo no tiene que comer.
--Lo siento caballero, es la mascota de mi nieta y ¿quién sabe?, puede que el alimento de la mía.¿ cómo se lo puedo dar?,¿ puede que mañana lo necesite yo?. Dicho esto prosiguió su camino, en busca de su nieta, que en ese momento se encontraba escondida, esperando su regreso.
Mientras caminaba le decía la mujer al gatito, en el mismo momento que lo acariciaba el morro y lo apretaba hacia su pecho para que no se escapara;
--Mira, ahora te voy a presentar a mi nieta. Me gustaría, te pediría que fueras su amigo, jugaras con ella y la quieras mucho. Acaba de perder a sus padres en un ataque de misiles. Los vio morir en sus brazos. A sufrido mucho, mejor dicho sufre mucho, ya no quiere reír, y no tiene lagrimas para llorar. ¿Me ayudaras?, ¿a que si? Sujetándole la cabecita, mirándolo fijamente a los ojos, con lagrimas deslizándose por la mejilla. Yo a cambio te prometo protección, comida y quererte mucho.
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