Una primavera a ciegas

Hoy parece un buen día para intentarlo… Quiero dejar los malabares en antros destartalados, dejar de mezclar mi mal humor con alcohol barato y noches huecas. Creo que merece la pena intentarlo, poder por fin profundizar en las capas descuidados de mi ser. Desnudarlas de miedos y mentiras, atreverme incluso a acariciarlas con mimo. Recorrer con cariño mis rincones más recónditos sin tanto miedo, incluso buscar un perdón que por una vez no sea efímero. Incluso impostado. Falso. Lo intento… dejar de arrastrar tanto peso a mis espaldas. Es ya demasiado recurrente.

En algún recoveco encontraré al menos "mi verdad", lo universal espera la perfección, mis aristas esperar crear al menos una figura que se pueda sostener... A pesar de los derroteros de unos calados abismos, yo lucharé.

Ahora mismo siento miedo de dejar experimentar el pavor de ser yo, pero actuar se ha vuelto inevitable, necesita emerger mis anhelos, como un pétalo se abre ante su momento propicio, ante su primavera privada. Así se desprende una esencia reprimida que anhela redención. Un sonido a punto de proyectarse y perderse entre mi voz gritando.

Hoy todo cambia por fin: ya no soy un hartazgo de ser otro en mí mismo. Existir a consciencia antes parecía una osadía, a ratos incluso una utopía improbable despeñándose por la realidad, y aunque sea a ciegas, sin saber que ha pasado ni que ocurrirá exactamente, ahora mi vida parece el único camino que merece la pena transitar con valor.

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