Calendario

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Me desviste el calendario, día a día las horas buscan desentrañar el secreto del tiempo que las cautivó. Esa fuerza  primigenia que las encerró en una paradoja ambigua: viven señaladas en unas fechas concretas, mientras habitan en momentos subjetivos.

El calendario siente que su basto mundo está demasiado cuadriculado, demasiado fragmentado en líneas y hojas. Alguien decidió tiempo atrás que los días duran 24h y en ese momento…. todo empezó a cambiar. A volver matemático el danzar de los segundos. Año a año, semana a semana, milésima a milésima, medición a medición todo se fue frivolizando.

A veces siento, que el tiempo se desahoga contando en nosotros su historia,desde los orígenes inmemoriales de nuestros ancestros, vuelca su eternidad en nuestra finitud. Somos recipientes de su duración, aquella que nos imbuye a regañadientes. A veces nos desborda y ante esta adrenalina vivencial nos confundimos. No en vano, las coordenadas temporales nos marean y se nos vuelve difícil trazar puntos a seguir. Se nos complica crear una fina frontera entre pasado, presente y futuro.

En teoría, el uso del calendario es «pragmatismo», pero cuanto más lo pienso… , siento que es una sofisticada venganza: la manera definitiva de encerrar al tiempo en un prisión de papel. Tú nos restas hasta desaparecer, nosotros te arrestamos por traición.

No viste de forma albinegra, pero el tiempo si lleva las rayas del calendario en su piel. Año tras año pasamos sus hojas, mientras un siempre sigue escribiendo en nosotros; a su vez ante cada circunstancia el calendario intenta fugarse de nuestras manos. Busca alcanzar la eternidad y dejarse de ser una presa por siempre de la sofisticación humana -y quizás de nuestras inseguridades e idioteces-. Al final entendí que de un modo u otro todos estamos atrapados desde hace muchos momentos… en la vida.

¿Acaso pusimos delimitadas fronteras a la eternidad? Parece un acto propio de dioses y no de seres imperfectos. Finitos. Mortales. Fugaces. Tal vez, debamos afrontar el tiempo y el calendario con más dignidad. «Sumar» días más que «restarlos», aunque matemáticamente suene un concepto extraño. Imposible. Quizás así encontramos el medio de dar riendo nuestro tiempo. A nuestro final. A nuestro principio. A ese ambiguo ahora…

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