Cocaína, prostitución y a misa 1: Desmontando las bases éticas del facherío clásico español

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Siempre he mantenido que se puede ser de derechas, sin necesidad de ser facha, tal y como se puede ser facha, sin necesidad de tener ideología política alguna, por lo que más que una postura política, pese a ser el facha promedio uno de los tres grandes pilares históricos de la derecha española (junto a la clase pudiente, objetiva en cuanto a sus veneficios se refiere, y a los meramente engañados, ya sea mediante la falsa propaganda o su propio ego personal), en este caso hablo del facha cómo individuo de dudosa moralidad, y no exclusivamente del facha perteneciente al colectivo de la ultraderecha. Para muchos resulta sencillo romantizar el perfil de una persona pudiente, cuyos rasgos físicos, étnicos y religiosos, así como de género y orientación sexual, son los adecuados según el baremo social, por lo tanto, es relativamente normal el querer pertenecer a una clase social aventajada en cuanto a aceptación, según el concepto que cada uno tiene de sí mismo, independientemente de que, en realidad, pueda pertenecer o no a dicha clase social. Es por ello que el facha suele aparentar riqueza, así como una postura política, de ser necesario, que se adecúe a su supuesta posición elevada, más no necesita de riqueza cultural, pues de lo contrario evitaría tales tendencias. Así pues, la fachada es en sí la base del facha. ¿Pero qué clase de persona, principalmente, busca el formar parte de un colectivo con la necesidad de aparentar una fuerza implacable a ojos de los demás? O al menos de creer que lo hace. Analizando su credo, no tardaremos en darnos cuenta de que, en realidad, todo gira tan solo en torno a la apariencia, sin necesidad de guarecer sus mandamientos bajo una base sólida. Por ejemplo, un facha idolatra su país de procedencia, su bandera y las tradiciones, por encima de quienes componen dicho país, haciendo del mismo lo que es, y de su bandera digna de idolatría, sin llegar a pensar en conceptos tan básicos como que un país está compuesto por la totalidad de quienes forman su estructura, y no tan solo por un trozo de tierra repleta de fronteras, tradiciones y símbolos, cómo lo podría ser la bandera. Fronteras, tradiciones y símbolos, han cambiado incontables veces a lo largo de los siglos. Por supuesto un buen facha no tiene en cuenta el hecho de que, en realidad, nadie elige donde nace, por lo que sentirse orgulloso de tu lugar de procedencia, por haber nacido allí, en lugar de por cuestiones más lógicas, es estar orgulloso en sí del azar, lo cual no tiene, a mi parecer, mucho sentido. Una persona no puede elegir su lugar de nacimiento, pero de no ser por ellos, en gran medida, una persona podría elegir su patria, a posteriori, sintiéndose de antemano orgullosa de su evolución, estado o proceder. Eso tendría más sentido. Entonces, lo pregunto una vez más, ¿qué clase de personas necesitan aferrarse a algo con tanta desesperación? El ideal, en este caso, es el equivalente a una fortaleza en la que pueden cobijarse y hacerse fuertes quienes en realidad tan solo tienen miedo, y cuando estás asustado, eres incapaz de pensar con claridad. Las cosas cambian, y eso asusta a cualquiera. Puedes volverte facha, negacionista, o unirte a una secta. En cualquier caso, a la defensiva, una persona se vuelve incapaz de ver la realidad, entonces tan solo queda la hipocresía. Nicolás Maquiavelo, en su escrito: El príncipe, nos brinda de un minucioso manual, el cual es adecuado incluso a día de hoy, y cuyas tácticas son empleadas constantemente por la derecha para reclutar a la clase engañada y mediocre mediante publicidad previamente malversada, llevando así al facha “de andar por casa” al extremismo de derecha, pasando estos por dos de sus pilares básicos según yo. Doy por hecho que no necesito señalar a cuáles me refiero. Ya en tiempos del franquismo se empleaban estas tácticas, incluso llevando a la posición de mártir a cierto primogénito de un previo dictador, cómplice fundador de cierto partido fascista, para así enaltecer e invitar a tantos cómo con escasa ética y pocos escrúpulos, necesitados de refugiarse en una posición cómoda para ellos, sea posible. Un mártir, tal y como lo hacían las antiguas religiones (a las nuevas les he perdido la pista). Y de religión por supuesto también va la cosa. Immanuel Kant sostuvo a la figura de Dios cómo a la de un ser de pureza absoluta, fuente de toda moral, o moral en sí misa, a la cual el ser humano ha de aspirar a imitar, aun a sabiendas de que jamás podrá ser igualado, puesto que nuestra posición como seres de carne lo imposibilita por sí misma, y a la religión cómo el camino hacia dicha fuente moral. De esa manera, no cabe la posibilidad de encandilar su buena voluntad en dirección hacia la fortuna de uno mismo mediante la oración o la penitencia, ya que cada acto ético y moral ha de nacer de uno, siendo ensuciado mediante la pretensión de lograr un beneficio a cambio. Por lo tanto, hay que tener un ego desmesurado para llegar a pensar tan solo por un segundo en que Dios pueda ser un señor con barba que rige su voluntad en un trono en el cielo, sobornable mediante la oración o penitencia, y hay que tener una moral muy dudosa y necesitada de salvación ajena para creer que alguien más puede liberarte de tus pecados, los cuales son de por sí hechos consumados y carentes, a mi parecer, de redención. Y esa misma soberbia y escasez de ética es la que hace aberrante la fe facha, puesto que los pecados de toda una semana, no pueden ser corregidos durante media hora, o lo que dure la misa del domingo. La devoción de cara a Dios (o de cara a cualquier otra figura o concepto, religioso o no) implica un arduo esfuerzo diario y sumo respeto hacia las enseñanzas de la que se nos provee, y no de un único acto pasajero, y en busca de un veneficio propio, el cual ensucia ya de por sí la intención de la religión, y escupe sobre la figura a la que supuestamente se adora. Ya de por sí, la actitud de un facha es la de tener pocos miramientos por quienes los rodean, preocupándose tan solo de sí mismos, y tergiversando la realidad para llegar a creer que quienes no están a supuesta altura, no lo están porque no les da la gana. Las paguitas. Un pensamiento opuesto al pretendido mediante las antiguas escrituras cristianas, que tanto veneran, guiño, guiño. En mi cabeza, su grito de guerra es: sálvense los pudientes. Aunque ellos no siempre puedan. Pero algunos lo superan con coca. La mariguana, por supuesto, es droga de pobres y de rastafaris. 

Conclusión: https://www.cortorelatos.com/relato/46723/cocaina-prostitucion-y-misa-2-conclusion/


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