En algún lugar de mis historias estarás tú esperando a ser encontrado. O eso me dijeron de pequeñito. Que si me sentaba a escribir podía extraer una fuerza infinita forjada a base de letras, paciencia y tiempo. Que algún día aparecería esa confesión de mis extrañas capaz de volver a redirigir mi vida.
Escape de algunos paraísos e infiernos casi a traición, allí me adentré con o sin invitación, incluso pernocté en algún purgatorio cuyo peaje fue atravesar las marismas de mi alma. Voy buscando así una certeza esclava de la duda moribunda, a pesar de mirarme a la cara y no reconocer del todo la cruz que llevo a mis espaldas. Esa otra mitad maldita -que se ha cobrado tantas veces mi existencias- viene y va, aunque sea de forma pasajera..
Al final soy un viajero que anida en derroteros sus lecciones primordiales, alguien incapaz de frenar una vida caprichosa que avanza como un infante sobre charcos, solo pisotea por diversión y el resto de consecuencias que inunda la vida de otros no importan, si alguien se ahoga en el azar parece ser al final estadístico. En una confabulación de decisiones aún por proyectar el día a día avanza juguetón por mis extrañas, como un pincel abrasa un lienzo con sus colores, cambiándolo para siempre. Y así despierta un nuevo paisaje frente a la nada y el arte.
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