A donde las dan, las toman (1-1)
En el tiempo cuando todavía existían las esclavas. Cuando el ser humano esclavizaba a su antojo. Cuando el hecho de poseer a una mujer, era de hombría y de posesión. Cuando invadían poblados enteros, llevándose a las mujeres, conservándolas solo para procrear y crecer como pueblo. Arrasando pueblos enteros sin necesidad, ni motivo alguno. Tan solo por demostrar poder, dejándolos olvidados, sin hembras, en edad de hacer crecer una cultura, un pueblo, un asentamiento para su supervivencia.
En este tiempo vivía un hombre de origen vikingo, llamado Asgeir (significa; lanza de Dios), que su misión era llenar los barcos de personas jóvenes, en edad de engendrar, para luego venderlas al más postor. Cuando dejaban de serví para el propósito que estaban destinadas, las revendían, para distintos trabajos, entre ellos, de cebo en los barcos( en los robos o capturar otras personas), trabajos en la tierra, etc.
En una isla en medio del Pacifico. Olvidada de la mano de Dios. Sin conocimiento, ni señal de existencia, en ninguna mente humana. Se encontraba un paso al futuro. Donde existía la igual entre sexos. Matrimonios de género, familias monoparentales. Incluso mujeres con poder, tanto en negocios como en política. El color de piel, distintas religiones y culturas, se veía normal.
Esta isla, aislada del mundo, pero a la vez, unida al pasado y al futuro de la historia de la humanidad. Era una puerta dimensionar al siglo XXI. Solo unos pocos, sabían de la existencia de la misma. En muy pocas ocasiones, la divina providencia, la existencia de la vida o simplemente el dar una lección a alguien, le permitían traspasarla, de un tiempo a otro. Todo aquel que tenía conocimiento de este suceso, terminaba por ser mandado a la isla, convirtiéndose en ciudadano del territorio.
La isla la conocían por el nombre del Pasadizo. Le pusieron ese nombre, por ser una zona de pasar de un tiempo a otro. Quien gobernaba en la isla era un hombre llamado Elías, pero quien mandaba en lo jurídico, era una mujer llamada Casandra. Tenía fama de ser dura, estricta y severa en los juicios que presidia. Era un territorio pacifico, tranquilo ¿ y la verdad ?, todo el que terminaba viviendo en ella, nunca quería mudarse a otro sitio, a otro país o sencillamente otra ciudad.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales