A donde las dan, las toman (1-3)

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Notando  los  otros  dos  hombres  que  el  pobre  no  podía  pronunciar  palabra  alguna, sin  mirarse  las  partes  bajas  de  su  cuerpo. Lo  tranquilizaron  hasta  que  lo  único  que  pudo  decir;

--por  favor  capitán, ¡sácame  de  aquí!, sujetándose  a  sus  ropas, hechas  con  pieles  de  animales...

Una  vez  llegada  la  noche  decidieron  volver  a  la  orilla  para  poder  llegar  a  alta  mar  y  reunirse  con  los  demás  hombres  del  barco.  No  viéndolo  a  lo  lejos, decidieron  subirse  y  remar. Una  vez  subidos  al  bote  y  remando  hasta  el  barco, una  lancha  de  guardia  civiles  le  dieron  el  arto.  Asgeir, Dag  y  Bjorn  creyeron  que  les  iban  a  robar  o  matar. Empezaron  a  enfrentarse  a  los  policías, sacando  estos  sus  armas  y  disparando  al  aire.

Al   escuchar  el  estruendo  producido  por  el  sonido  de  las  armas, se  taparon  los  oídos  y  se  tumbaron  en  la  barca, entrando  los  civiles, deteniéndolos, subiéndolos  a  la  lancha, llevándolos  de  vuelta  a  tierra  y  después  al  calabozo.

Desprendiendo  un  olor  de  sus  cuerpos  bastante  peculiar. Nada  más  llegar  a  la  comisaria, mandaron  que  se  ducharan  y  cambiaran  de  ropa. Era  un  olor  tan  fuerte, que  nadie  se  les  podía  acercar, ni  siquiera  unos  metros. Algunas  prendas  eran  nuevas  para  ellos, por  lo  tanto, terminaron  por  ponerse  las  mínimas. Viendo  el  capitán  que  contestaban  a  las  preguntas  que  le  hacían  sin  sentido  ninguno, decidieron  llamar  a  un  médico, siquiatra. Este  después  de  evaluarlos,  llego  a  la  conclusión  que  lo  que  tenían  era, estrés  y  ansiedad  producido, por  una  situación  desconocida, incluso   hasta  para  los  tres  vikingos. Poniéndole  de  sentencia  la  jueza   trabajos  a  la  comunidad.

Como  tampoco  podían  decir  con  claridad, donde  vivían, ni  si  tenían  familiares. Casandra  ( la  jueza) ordeno  que  los  llevaran  a  un  alberge, mientras  se  les  aclararan  los  pensamientos  o  recordaran  algo  para  poder  ayudar  a  localizar  a  algún  conocido  de  los  tres.

Mientras  era  llevados  a  su  destino  para  descansar, se  iban  fijando  en  cada  detalle, en  cada  paisaje  que  era  algo  imposible  de  creer, como  los  edificios  altos, los  vehículos, las  personas  como  se  trataban  entre  sí, las  luces  de  las  calles. Ninguno  pronuncio  palabra  alguna  mientras  eran  llevados  al  alberge.

Dag  escucho  algo  que  le  hizo  pensar. Una  conversación entre  los  dos  policías;

--Míralos, parecen  salidos  de  una  película  antigua.

--Es  verdad, porque  es  imposible  de  creer, pero  si  no  yo  dirían  que  han  viajado  en  el  tiempo.

Dicho  esto  los  dejaron  en  el  albergue, le  dieron  de  comer, le  mostraron  sus  camas  y  se  fueron  a  descansar. Dag  se  quedo  pensando  toda  la  noche  y  cuando  estuvo  haciéndose  de  día, se  levanto, se  vistió  con  ropas  que  le  dejaron  y  salió  a  dar  un  paseo  por  los  alrededores.

 

 

 

 

 

 

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