Sobre nerviosos y tranquilos.

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Venían tiempos de solo barra de pan y periódico al día. La alternativa era vagar de un sitio a otro sin demasiado arreglo en giros regulares y también sin sentido. En realidad, posiblemente, no había alternativas, aunque fuera necesario pensar que sí. Se componía uno en aquel mundo interior a base de la comunidad y de la comodidad de estar sentado y presto para el sosiego. No había más misterio que la prestancia para el sosiego. En este sentido, el mundo se componía de tranquilos y nerviosos. A menudo, los nerviosos, necesitaban poner nervioso al tranquilo, para estar ellos tranquilos. El nervioso- contrariamente- a lo que pudiera parecer, es, a menudo, acomodaticio y le priva sólo ocupar el lugar del tranquilo. En realidad, la división, se basa en la confianza o miedo. A menudo termina en el frenopático el tranquilo, por el miedo al futuro del nervioso. Por ello, no sólo basta ser  tranquilo, sino tener la previsión del funcionamiento del anterior mecanismo. Y la comprensión y el respeto por la perspectiva del neurótico. No perder la calma, y sobre todo, no reaccionar con violencia ante sus provocaciones, pues es, en definitiva, la finalidad del sinapismo.


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