Primer intercambio de esposas Parte 9

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En las pasadas tres horas se había consolidado la amistad entre Sandra, Miguel, mi esposa Victoria y yo. Y ya no era un simple intercambio de parejas. Algo más fuerte había nacido inmediatamente entre los cuatro. Parecía que éramos conocidos y amigos desde hacía muchos años. El sexo que tuvimos fue el elemento catalizador para considerarnos un excelente cuarteto en la cama. Coincidíamos prácticamente en todos los gustos, deseos, fantasías y experiencias sexuales que teníamos. Ellos aportaron muchísimo y nosotros también; y lo que no habíamos hecho nosotros ellos ya, y si ellos no habían hecho alguna práctica sexual, lo más seguro es que Victoria y yo, sí. Y se había algo que ninguno de los cuatro había realizado, pero queríamos hacerlo, sabíamos que ahora lo haríamos juntos y que lo compartiríamos unos con los otros.

Entonces después de esa rápida lluvia dorada en nuestro baño, nos secamos (asegurando que ya después lo haríamos otra vez y que, en lugar de sólo aliviar nuestra necesidad de orinar, practicaríamos todas las fantasías sexuales que produce el orinarse. Y es que en realidad los chorros de orina sólo nos mojaron las piernas, vergas y pusas... pero quedaba mucho por hacer con ese fetiche tan agradable y morboso. Fuimos los cuatro a comer y a beber otras cervezas y nos sentamos desnudos a la mesa, y la plática siguió siendo sobre el sexo.

Al terminar de comer y beber nos fuimos a nuestra cama y nos acostamos todos muy juntos, los cuerpos se mezclaban no sólo por la cercanía sino porque las manos volaban por todas partes. En ese momento no era sexo puro sino más sensualidad de tocar a los demás. Y las manos de todos iban de un cuerpo al otro sin importar si era de un hombre o de una mujer. Había nacido entre los cuatro una camaradería y una gran confianza e intimidad, y no necesitábamos "pedir permiso" para hacer algo. Todos sabíamos que teníamos la total libertad para tocar, oler, chupar, follar, o lo que fuera casi sin preguntar. Así que las caricias se daban libremente. Y eso hizo que todos empezáramos a hacer preguntas, comentarios, opiniones, etc. de nuestros cuerpos y de las experiencias sexuales que habíamos tenido.

En cierta forma era como que los cuatro estuviéramos desnudos en una clínica médica y nos estuviéramos haciendo exámenes médicos físicos unos a los otros. Ninguno lo había hecho antes en esa forma (sólo con nuestras respectivas parejas) y ahora lo hacíamos con personas que hasta hace unas horas eran completos desconocidos.

Yo con Victoria desde el inicio de nuestra relación, tuve una completa y muy abierta y honesta comunicación. Así que ambos nos "examinábamos" los cuerpos sin dejar ni un centímetro por conocer. Sabíamos de nuestros gustos, de lo que más placer nos da (y lo que no), de las posiciones sexuales preferidas, del ritmo, la velocidad, etc. Y eso nos había convertido en los amantes perfectos el uno por la otra, ya que ambos creemos que dando placer también lo recibimos. Odiamos no dedicar mucho tiempo a los "juegos" preliminares o a sólo buscar meter la verga y ya... Es más, con Victoria hemos tenido muchas sesiones sexuales de larga duración y prácticamente no ha habido penetración. Todos los "elementos" adicionales a meter la verga nos han dado tanto placer y orgasmos tan fuertes, que hemos decidido ya no penetrar porque estamos completamente satisfechos. Ya sea por masturbación, mamadas, juguetes, fetiches, ver o leer porno, contarnos las experiencias y las fantasías, etc. Para nosotros el sexo es más que sólo dar unos besitos, unas chupaditas muy rápidas y meter la verga por 30 segundos y venirnos. Es comunicación, es hablar, es compartir... y lo que más hacemos es "pajearnos" la mente. Nuestros cerebros son los órganos más sensibles y sensuales que tenemos, entonces que Victoria me cuente cómo se la metían sus ex novios mientras que la mamo o le meto la verga, me produce más placer y excitación que si sólo se la metiera y estuviéramos en silencio o quizá con unos pocos gemidos. Que yo le cuente a ella cómo me he cogido a otras mujeres hace maravillas y tiene múltiples orgasmos si la estoy pajeando con mis dedos o con un dildo, ya sea en su pusa o en su culo.

Y eso fue lo que hicimos con Sandra y Miguel. Casi que el cuerpo y mente de cada uno pasó por el "microscopio" de los demás. Victoria y Sandra estaban fascinadas viendo muy de cerca y tocando nuestros cuerpos, las vergas, los huevos, los culos, las piernas, las nalgas, etc. Y hacían todos los comentarios y preguntas que deseaban; y Miguel y yo les respondíamos con toda la verdad. Y lo mismo hicimos los hombres con ellas... y Victoria y Sandra entre ellas... y Miguel y yo también hicimos lo mismo con nuestros cuerpos. Al final hablamos quizá un poco más de una hora... era una conversación tan interesante, culta, espontánea, sincera... sabíamos que nunca habíamos conocido a personas con las que pudiéramos congeniar tanto y hablar de lo que fuera sin temor al rechazo o a ser juzgados o señalados. Los cuatro nos sentíamos así y es que ninguno era religioso y no teníamos esos tabúes; y todos nos reconocíamos como verdaderos degenerados sexuales... y que nos fascinaba ser así.

Por supuesto que al final de la conversación estábamos calientes de nuevo. E iniciamos una nueva ronda. Pero yo pedí que me cumplieran un deseo... que cogieran ellos tres y que yo sólo miraría y les tomaría fotos y video. Soy un voyeur hecho y derecho. Ver personas cogiendo me vuelve loco. Y más si a quien se cogen es a mi esposa. Es un placer que sólo quienes lo hayan practicado entienden. Ver a tu mujer, desnuda y siendo poseída por otras personas es fabuloso (aunque me gusta más verla cogiendo con otro hombre y que le metan la verga, que cuando coge con mujeres. A Victoria la excita más cuando cojo con hombres que con mujeres. Se vuelve loca de verme mamar una verga, unos huevos o un culo masculino... y no se diga si le chupo el cuerpo entero al otro hombre, y me prendo a mamarle las tetitas y oler y chupar sus axilas. Pero de cualquier forma es delicioso).

Así que Victoria se volvió el platillo principal de la cama. Sandra y Miguel se tiraron prácticamente encima de ella y la mamaron, olieron, le mordían los pezones y se los pellizcaban y estiraban, le metían los dedos en la pusa y el culo (por momentos Sandra tenía tres dedos dentro de la vagina de mi mujer, mientras que Miguel se lo dilataba con un par de sus dedos largos y morenos). Mi esposa temblaba del placer, gritaba, gemía, suspiraba, se retorcía... pero no se quedó pasiva. Las manos y dedos y boca y lengua de mi mujer tocaban y chupaban todas las partes del cuerpo de Sandra y Miguel que le quedaban al alcance. Los tres brillaban de nuevo de sudor y la peste de las pusas y culos de ellas y de la verga y huevos de Miguel volvió a inundar el cuarto. 

Continuará...


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