LA HISTORIA DE "FLORITA" 2 (FINAL)

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Sin embargo cuando el gigante de dos patas se va, yo instintivamente quiero disfrutar de mi libertad. Tengo que conseguir salir del recipiente en el que me han metido... ¡Uf, sí que cuesta salir afuera! Por fin ya estoy en tierra fieme y la perspectiva del espacio en el que me hallo la veo distinta, y no la veo tan amplia como me parecía que era desde mi miserable habitáculo. A ver, a ver... ¿De qué puedo proveerme en caso de necesidad? ¿Qué recursos tiene este recinto? 

Como no veo a nadie que me estorbe corro veloz y feliz de un lado a otro del lugar, y en mi recorrido he reparado en unas frodosas plantas que hay en un extremo del mismo y me he refugiado bajo sus verdes hojas donde me solazo de mi libertad ya que me recuerdan al paraiso de mi habitat.

Mas ay. El peligro nunca cesa. En aquel instante ha venido por sorpresa otro gigante de dos patas que es más viejo que el anterior en el cual percibo una sorda hostilidad hacia mi,que al verme en un rincón de aquel espacio se ha apresurado a cogerme con una de sus extremidades y de mala gana me ha sumergido de nuevo en el agua de aquel habitáculo. Y para que no me vuelva a escapar ha colocado una tabla de madera encima del mismo sin que yo pueda ver la luz del sol.

Esto hace que me sienta muy angustiada; y pasa el tiempo lenta, muy lentamente por lo que tengo los miembros muy entumecidos y apenas puedo moverme. Asímismo estoy en la más absoluta oscuridad. Es una oscuridad opresiva, densa y deprimente que me aplasta. Quizás nunca pueda llegar a tener descendencia para perpetuar mi especie, y que es a lo que aspiramos las hembras como yo.

Transcurre un tiempo indefinido, muerto y todo sigue igual. Existe la vida gracias a la luz del sol y del agua; y en su vertiente contraria existe la oscuridad y la nada. ¿Será así la muerte; o por un inusitado destino llegaré a fusinonarme en la Fuerza misteriosa que anima a mi gigante benefactor de dos patas?

Pero cuando menos me lo esperaba mi corazón dio un vuelco esperanzador porque sé que viene alguien. ¿Será el joven gigante benefactor?

Sí, es él. Este al ver mi apurada situación libera mi habitáculo de la pesada tabla; me cambia el agua del recipiente; me da nuevamente de comer, y tomándome con una de sus extremidades me zarandea de arriba abajo; de arriba abajo causándome un terrible vértigo y emite uno de sus extraños sonidos respecto a mi ser

- FLO-RI-TA- expresa.

¡Y con que sonido tan feo me ha llamado! ¡Vamos! ¡Llamarme a mi FLORITA, cuando lo que yo soy es una hermosa tortuga de agua!

                                                            FRANCESC MIRALLES


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