Reflexiones sobre motivaciones diversas e incidencias en el mundo de la literatura.

Lo bueno de vivir en una ciudad es que si te petardean con un camión de la basura, no hacen blanco, por la masificación de la vecindad que caracteriza la vida urbana por propia definición. Si vives en una ciudad, te tienen que matar directamente mediante una puñalada en un callejón oscuro. Pero, mirado desde otra perspectiva, no da para mucha literatura la puñalada, mientras que la insidia y los procedimientos diversos de perturbar, que se multiplican en una villa, dan para la literatura. Por lo que, en conclusión, las grandes obras de la literatura han aflorado en los villorrios.

En un Paris o en un Madrid no puede aflorar más que Literatura convencional, sin la pulsión nerviosa, ni el instinto de a quien quieren amargar por procedimientos variados. Lo malo es que en los pueblos, los escritos literarios los tienen que escribir siempre los mismos y a poco que te descuides te quedas sin obra literaria en menos que se pedorrea un camión de la basura. Pues bien, acaba de pasar un camión de la basura, y contrariamente a su comportamiento habitual, ha soltado el aire con vehemencia, y, por ello, parecía, que con determinación explícita. Eso, o que uno estaba muy sensible. Por lo demás, la noche se había cernido hacía tiempo. En el exterior teníamos cuatro grados centígrados, y al día siguiente, a poco que anduviera diligente, me pensaba despachar medio pollo asado con su guarnición y todo. Aunque no sé qué tiene que ver esto último con la literatura. Ni quizá lo anterior tampoco.