Con Leonel y su esposa Parte 16

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Con mi esposa Victoria siempre hemos tenido el gran placer de las lluvias doradas. Yo descubrí lo delicioso que es orinar a alguien o ser orinado cuando era joven. Vi unas fotos y videos que me llamaron mucho la atención y decidí probar cómo se sentía, pero como no tenía a nadie con quién hacerlo, me oriné a mí mismo. Primero me orinaba en las manos y la sensación morbosa me encantó y el olor era delicioso; así que decidí seguir probando y poco a poco empecé a lamer mis manos llenas de orina y además del olor, el sabor me daba muchísimo placer.

Al poco tiempo me sentaba en el inodoro y al orinar movía mi verga hacia arriba y el chorro de orina me mojaba el pubis, los pelos y parte del estómago... y eso me agradó y después me hacía unas pajas maravillosas. Pronto empecé a orinarme parado en la ducha, dirigiendo el chorro de pipí a mis piernas y estómago... y traté de doblar mi cuerpo para acercar la cara lo más que pudiera a mi verga (siempre tuve la fantasía de mamarme mi verga, pero me es imposible alcanzarla y como no es muy larga nunca pude). Y si la cantidad de orina era bastante y pujaba con fuerza, casi todas las veces logré que el chorro de orina me cayera en la cara, ojos y mi boca abierta. Primero me llenaba la boca con orina y cuando rebalsaba por mis labios entonces dejaba que saliera toda... y que sólo me quedara el sabor y el olor que ya me encantaban. No pasó mucho tiempo y empecé a degustar toda la orina que podía dentro de mi boca... y la tragaba. Ya habiendo tragado así mi orina las primeras veces, decidí acostarme desnudo en el piso de la ducha... y orinar todo mi cuerpo y doblando la cintura y cuello, dejar muy cerca mi boca para recibir y tragar todo el pipí que pudiera.

Con el tiempo y ya teniendo parejas o mujeres con quienes hacerlo, se volvió una práctica habitual y deseada en el sexo que yo tenía. A todas las mujeres, y hombres con los que cogí y les conté de mi fetiche, no necesariamente les gustó o llamó la atención, pero la gran mayoría también probaron conmigo y cada vez que podíamos, nos orinábamos. Y fue cuando llegó Victoria a mi vida que yo la introduje a las lluvias doradas (y a casi todo lo que ahora hacemos) y a ella no sólo le gustó, sino que también se volvió adicta a orinar y ser orinada.

Fue lo mismo con Dinora. Cuatro horas de estar cogiendo en el motel y ya nos habíamos orinado. Ella se volvió fanática de todo lo que le conté, de las experiencias que Victoria y yo hemos tenido, y deseaba probar de todo eso. Así que empapados en nuestra orina, fuimos de regreso al cuarto y nos acostamos en la cama, mojados y apestosos a orina... y cuando nuestros cuerpos se empezaron a secar, ella también probó la delicia que es acariciar un cuerpo recién orinado y cómo empieza a quedar pegajoso pero sin perder el olor y el sabor. Dinora también se convirtió en una "degenerada" como nosotros.

En la cama, desnudos y sobándonos, ella me dijo que antes de irnos ella quería por lo menos dos cosas más. Que le metiera la verga dentro del culo... y mamarme hasta que le llenara la boca con mi semen. Y por supuesto hicimos eso. (Le dije que no se preocupara por el tiempo, que había pagado por 8 horas pero que sabía que ese motel nos dejaría quedarnos toda la noche si pasábamos después de la media noche. Y ella aceptó. Y esa fue la primera vez en muchos años que yo no dormí con Victoria sino con otra mujer. Pero... mi esposa también hizo lo mismo con Leonel. Nos mandamos unos escuetos mensajes por Whatsapp y confirmamos que los 4 nos quedaríamos a dormir en el motel... que todo estaba de maravilla y que ya nos contaríamos los detalles después. Dinora hizo lo mismo con Leonel).

Desde que Dinora me orinó, yo ya tenía la verga a mil. Así que no tuve que esperar nada para principiar con la fantasía que ella tenía de que me la cogiera por el culo. Ella me contó que a Leonel eso le fascinaba -y que creía que era porque su marido se imaginaba cogerse el culo de un hombre... y no estaba muy equivocada. Yo ya lo había confirmado las veces que sentí su verga deliciosa dentro de mi recto. Que a ella no le llamaba mucho la atención y nunca había tenido un orgasmo anal... pero que sí estaba con muchas ganas de que yo se la metiera en el culo, no tanto por el placer físico sino el emocional... le parecía muy morboso y "prohibido" que otro hombre que no era su marido le metiera la verga por atrás. Le pregunté que cómo se lo hacía Leonel y en resumen me dijo que él se la metía lo más pronto que podía, que se movía rápido y que terminaba también muy rápido. Así que decidí que yo me tomaría mi tiempo. La prepararía y si podía, haría que ella realmente deseara que se la metiera... y me lo pidiera.

Le besé todo el cuerpo, le chupé los pezones y las axilas. Le mamé la pusa y cuando le di vuelta le acaricié todo su cuerpo y sus nalgas, sin prisas. Empecé a tocarle el ano... y volvió a pegar un brinco como cuando me la cogí antes por la pusa y le metía un dedo entre el culo... además recordé que ella también ya me había metido un par de dedos a mí. Saqué mi lengua y le mamé el culo, se lo llené de saliva y traté de meterla todo lo que pude. Cuando ella se empezó a mover con placer, la toqué con un dedo ensalivado... y haciendo poca presión metí la punta del dedo; después llegué a meter todo el dedo (y los tengo delgados pero largos)... e hice lo mismo con dos dedos más. Y cuando los tres dedos resbalaban perfectamente en su ano, todavía le eché más saliva... ya ella se retorcía con mucho placer. Me coloqué sobre ella y le puse una almohada bajo su vientre, levantando aún más sus grandes nalgas y dejando expuesto su ano café y con pelitos negros alrededor. Le puse mi verga frente a la boca y le dije que me la llenara de saliva y eso fue muy erótico, ver cómo me escupía la pija y estaba empapada y brillante por su saliva y el precum que me salía.

Me coloqué atrás de sus nalgas y puse la punta de mi verga en su ano, terminé de dilatarlo... abrí sus nalgas con mis manos, le dije que se relajara y poco a poco empecé a empujar en su hoyo café. En un movimiento, ella hizo para atrás sus nalgas, pidiendo verga, y mi pija entró sin ningún problema, ni molestia ni dolor. Empujé un poco más y pronto mis pelos estaban tocando sus nalgas...

Continuará...


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