Con Leonel y su esposa Parte 18

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Al salir del motel, ya en mi carro, Dinora llamó a Leonel y yo a Victoria. Ellos tenían poco tiempo de haber salido del mismo motel, así que como era temprano en la mañana y todos teníamos mucha hambre (ni ellos ni nosotros habíamos cenado nada) decidimos ir a un restaurante a desayunar... y a platicar de lo sucedido.

Cuando Dinora y yo llegamos, ya mi esposa y Leonel nos esperaban y ya habían ordenado. Todos nos saludamos riéndonos, era muy cómico... todos veníamos del mismo motel en donde habíamos intercambiado parejas, pero en cuartos separados; así que era muy obvio que todos veníamos de tener sexo salvaje con las parejas cambiadas. Era una risa de complicidad y al mismo tiempo de alegría porque había sucedido lo que tanto deseábamos.

Allí ya Dinora se sentó junto a Leonel y Victoria a mi lado, como dos matrimonios "normales" compartiendo un buen desayuno. Por ser un lugar público no pudimos hacer muchos comentarios, pero sí muchas "bromas" en doble sentido y por supuesto que los cuatro sabíamos a qué nos referíamos. Dinora y Leonel estaban muy cariñosos entre ellos, y nosotros igual. Los cuatro habíamos roto una barrera y sabíamos que no sería la última. Y en un momento yo llevé los dedos de una mano a la nariz de Victoria y pudo sentir la peste a pusa que todavía tenía en mi piel... ella aspiró... y vio con lujuria, tanto a Dinora como a Leonel. Así que Leonel hizo lo mismo y dio a oler sus dedos a su esposa. Y nos reímos como que si hubiéramos dicho algo muy gracioso... pero sin decir ni una palabra.

Victoria le preguntó a Dinora que qué tal la había pasado, que si le había gustado porque ella venía rendida y agotada de lo que hicieron con Leonel. Dinora respondió escuetamente, como con vergüenza, que sí; que la había pasado divinamente y que estaba feliz... y agotada. Que había sido mil veces mejor de lo que había imaginado y que quería más. Entonces Dinora le preguntó a Victoria que qué tal había estado su marido, y mi mujer le dijo que maravilloso. Que ella también estaba encantada y que también quería más, mucho más. Yo le hice un gesto a Leonel de que ahora era su turno para que diera su opinión (como que yo no la conociera. Ya para ese momento habíamos tenido con él unos 8 tríos y habían sido muy buenos). Leonel dijo que le encantó y que quería repetir... así que yo no esperé a que preguntaran y les dije que yo en realidad estaba impresionado, maravillado de todo lo que pasó y que contaran conmigo cuando quisieran. Todos nos reíamos y pasábamos un excelente momento, como amigos que comparten un secreto prohibido y delicioso. Nos llevaron la comida y teníamos tanta hambre que casi ya no hablamos. Al final ellos se fueron en su carro y nosotros en el nuestro.

Estando a solas con mi mujer, le pedí que me diera detalles... y ella me dijo que primero le contara yo. Así que casi le narré todo lo que hicimos con Dinora, paso por paso. Victoria con una mano acariciaba mi pierna o mi cara y con la otra se tocaba las tetas y los pezones, o la metía entre sus piernas y se tocaba la pusa... eso hizo que el olor a coño se sintiera en mi carro... y al levantarse la falda me enseñó que venía sin calzones, que se lo había dado a Leonel. Así que yo saqué el calzón de Dinora de la bolsa de mi saco... y se lo di a mi esposa... y ella inmediatamente se lo llevó a la nariz y empezó a gozar del aroma de la pusa de Dinora. Victoria me dijo que tenía ganas de pajearse con todo lo que le estaba contando (a ella le encanta masturbarse cuando vamos en el carro... y la posibilidad de que la miren metiéndose la mano y los dedos en la pusa y sobarse el clítoris) pero... que se sentía irritada de tanto que se la mamó y cogió Leonel, y que mejor esperaría un rato a que llegáramos a nuestra casa.

Algo que le impresionó (en muy buen sentido y sin malicia) a mi mujer fue que le conté de los "sentimientos" que había despertado Dinora en mí. Que nunca había cogido con una mujer que se comportara como ella lo hizo. Que desmentía que fuera tímida o mojigata. Al contrario, que una vez caída la barrera de su vergüenza inicial por coger con otro hombre que no fuera su esposo y que en realidad fuera un "desconocido", se había comportado como una verdadera puta... y no que mis otras mujeres no lo fueran en determinados momentos, sino que Dinora realmente se había "abierto"... que no fue sólo gozar del sexo como con las otras, sino que tuvimos una verdadera conexión y compartimos cosas como con nadie, como amantes. Que lo platicamos y ella reconoció que por primera vez en su vida se sentía "libre" de ser como era y hacer las cosas que fantaseaba, pero nunca se atrevió a hacer... y que ni siquiera había pensado que un día fueran realidad.

Y es que me hizo cosas que nadie me había hecho (ni siquiera Victoria) y no me refiero a "técnicas" sexuales sino a su comportamiento. Después que habíamos cogido delicioso unas dos horas, estando descansando desnudos en la cama, ella me pidió "ver" mi cuerpo... su petición me extrañó porque los dos teníamos mucho tiempo de estar desnudos y habíamos follado delicioso. En realidad, ella quería "conocer" mi cuerpo, el cuerpo de otro hombre y me hacía comentarios y a mí me parecía cómico, ya que parecía que me estaba "examinando" bajo un microscopio. Algo que ni siquiera con su esposo había hecho... pero siempre tuvo la curiosidad.

Como que fuera un examen médico, vio, tocó, olió, chupó cada parte de mi cuerpo desnudo. No dejó milímetro por ver muy de cerca, de oler y tocar y sacar la lengua para sentir todo el olor y el sabor que pudo. Me revisó de adelante y de atrás. Especialmente le encantó agarrarme y ver como con una lupa, mi verga pequeña, suave y encogida. Igual hizo con mis huevos, mis nalgas y mi culo. Comenzó con mi pecho y mis pezones, y le encantaron por lo duros y parados que los tengo... y llenos de poros y pelo alrededor. Le fascinó el color rosado, así como el cambio de color que tiene mi verga, la parte inferior es color piel y de la mitad hacia el glande es rosada. Me abría la uretra y trataba de ver al fondo del hoyo de mi verga. Y jugaba con mis pelos, con mis huevos, los agarraba como "pesándolos" y trataba de sentir la forma y tamaño de cada testículo y las arrugas de mi escroto. Y en mi culo hizo lo mismo, lo olió, lo chupó, le encantó el color café oscuro y los pelos que lo rodean. Me abrió el ano y quería ver hasta qué profundidad llegaban su lengua y sus dedos... y el olor le encantó.

Continuará...


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