EL CONFORMISTA 2 (FINAL)

El mundo de las finanzas constituía un círculo muy elitista y muy al margen del resto de la población, el cual en una ocasión celebró una noche una fiesta por todo lo alto en un reputado hotel de la ciudad en la que asistían los grandes directivos de la empresa en la que laboraba Gabriel, y como el ejecutivo ascendía imparable por sus méritos en aquella entidad fue asimismo invitado con su esposa Carlota a aquel rutilante evento vestidos de etiqueta. Él de smoking y ella con un vestido largo de noche.

La pareja durante la exquisita cena tomó asiento en una mesa al lado de un adinerado terrateniente que ostentaba un título nobiliario quien se codeaba con las altas esferas. Se trataba de un hombre de mediana edad con un semblante cordial y ufano.

- Conozco a muchos empresarios y políticos que cuando toca van al Club Bildenguer, que es donde se discute sobre la dirección politica y económica que una nación, el mundo occidental debe seguir - explicó el aristócrata con presunción a Gabriel.

- Que interesante - respondió su interlocutor.

- Sí. Y creáme, joven. Aqui lo que mueve al mundo realmente es el dinero. El PIB, que mide el valor de los bienes que genera un país. Y lo demás son cuentos chinos.

- Pues es verdad - concedió Gabriel.

- ¿Se cree usted que la Iglesia misma con sus dogmas medievales hubiese durado tantos lustros si no tuviera unos negocios que le diran un capital? Yo puedo decir que el sol es el dios que creó el universo. Pero si no tengo el dinero suficiente para instaurar mi creencia en este mundo, nadie me haría caso y no duraría ni dos días. Y el Comunismo actúa igual. Para mantenerse en el poder en nombre del pueblo llano, necesita disponer de grandes ingresos que lo sustenten. El mundo es una empresa con diferentes tendencias. Y si no puedes competir económicamente, te hundes. Y la corrupción de los partidos politicos es algo consubstancial de este sistema mercantilista.

- Que curioso. Mi mujer también me dice algo parecido - comentó Gabriel.

- ¿Su mujer es de Barcelona? - inquirió el aristócrata.

- Sí. Es catalana.

- Tanto mejor. Los catalanes son muy prácticos y muy trabajadores. Ellos dicen: Salud y pelas (dinero) y lo demás son puñetas. Y tienen razón.

- Justamente esto mismo pienso yo.

- Usted llegará muy lejos amigo mío. Muy lejos. Se lo digo yo.

Gabriel sonrió complacido.

Al cabo de unos días después de aquella rutilante fiesta, Gabriel, siempre solícito con su mujer Carlota quiso venerarla haciéndole un retrato pictórico cual un personaje carismático y famoso de época se tratara. Para ello pidieron consejo a algunas amistades, y un día en el hogar de la pareja vino un buen retratista algo bohemio para conocer en persona a su cliente.

El artista y la mujer se hallaban sentados en un sofá de la lujosa casa de la pareja que estaba ubicada en la zona alta de Barcelona, mientras que los rayos del sol del mediodía se filtraban por los ventanales de la estancia.

El pintor pensando que se encontraba frente a alguien de una sutil inteligencia quiso explicarse a sus anchas.

- Para mi es esencial conocer a la persona que voy a retratar. En realidad yo pienso como el filósofo griego Aristóteles.

- ¡Ah... Sí, sí...! - expresó Carlota.

- ...El objetivo del Arte no es sólo representar la apariencia exterior de las cosas, sino su significado interno; es saber captar la psicología del personaje; en este caso de usted. ¿Me comprende?

- ¡La psicología... Ya, ya...! Vaya, vaya...Muy bien. Pues ya me dirá usted el dia que acuda a su estudio para que me pinte, y cuánto  nos va a costar este cuadro.  Jajaja - rió ella.

- Sí, claro.

Mas cuando el pintor bohemio salio de aquella casa, tuvo la impresión de que mientras explicaba a Carlota su punto de vista artístico; su manera de pensar personal, habia estado hablando con la pared.

                                                               FRANCESC MIRALLES