Otras experiencias swinger, buenas y malas Parte 3

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Como con Irene y Carlos tuvimos buenas experiencias por varios meses, antes que terminara la relación, con mi esposa Victoria decidimos buscar más parejas, hombres o mujeres que fueran adecuados para invitar a compartir nuestros cuerpos. Y por supuesto desechamos muchas solicitudes (más que nada porque no pasaban nuestros filtros de comprobación de la verdad de quiénes eran y qué querían. Los casados que se ocultaban de sus esposas, pero querían sexo fácil con otras mujeres, brotaban hasta debajo de las piedras en esas páginas de contactos. Así que decidimos responder sólo a quienes nos enviaran una foto -digital- tomada en la fecha que nos contactaban para comprobar la veracidad. La foto o fotos tenían que ser desnudos, pero con la cara tapada por un periódico del día... y junto a su pareja interactuando para evitar "montajes" o Photoshop. No aceptábamos ninguna excusa para no cumplir. Y por supuesto, nosotros enviábamos lo mismo). Así después de muchas pruebas fallidas, contactamos a Carla y Diego.

Iniciamos la relación por Internet y nos enviamos no una sino muchas fotos de todos desnudos y sin que se vieran los rostros. Ella era una rubia pintada, pero muy guapa. Ya madura en sus 30´s. Unas libritas de más, pero en los lugares justos. Pechos grandes como nos gustan, aunque los pezones eran pequeños. Pusita peluda pero recortada. Pelos muy negros (que hacían contraste con su cabellera "rubia" platinada). Piernas y nalgas sumamente apetecibles. Una delicia de mujer. Diego nos impresionó. Era bastante atractivo de cuerpo. Más bien delgado pero muy proporcionado. Pero medía casi 1.90. Mucho más alto que nosotros. Sería el primer hombre tan alto que probaría mi esposa... y eso la tenía muy emocionada. Aunque su verga era muy normal. Prácticamente igual a la mía en largo y grosor, así como color de piel. Circuncidado. Pero muy recta. Más recta que cualquiera que hubiéramos probado hasta ese momento. Se veía una pija deliciosa.

Y Carla era declaradamente bisexual... y Diego no lo era, pero tenía enormes deseos de probar. Y su fantasía era que un hombre le mamara la verga y él también mamar la del otro. Le encantaba la idea de que su mujer hiciera un 69 con otra mujer, mientras él también en 69 con otro hombre. Y nosotros, por supuesto, estuvimos de acuerdo en cumplir sus fantasías. Además, la reacción que tuvieron Carla y Diego a nuestras fotos y mensajes por whatsapp fue excelente. Así acordamos un día, fecha y hora para reunirnos... y Victoria y yo decidimos que era bueno tomar el riesgo y que esa primera reunión fuera ya en nuestra casa... y que si las cosas salían bien, no perderíamos el tiempo en tener otra "cita" sino de una vez iniciar el intercambio.

Cuando llegaron, nos sorprendió agradablemente comprobar que no habían mentido, al contrario, al ver sus caras por primera vez y sus cuerpos en "tiempo real" eran muy atractivos. Y excelentes como personas. Respetuosas, inteligentes, educadas. Todo lo que deseábamos nosotros de una pareja.

Llevaron varias botellas de vino, quesos, pan y jamones. Y comenzamos una velada maravillosa. Un tiempo para ponernos "al día" de nuestras vidas. Y pronto fue evidente el deseo de todos por empezar. Ellos tenían muy poca experiencia con otra pareja y no les había ido tan bien, así que sus expectativas eran muy altas... como las nuestras.

Iniciamos jugando a las cartas y desnudándonos poco a poco. Y al estar los cuatro desnudos empezamos a jugar a las "penitencias", lo que hizo que poco a poco nos fuéramos tocando, besando, oliendo, metiendo mano y chupando.

Al principio las penitencias fueron de un hombre y una mujer (él le hacía cosas a Victoria y yo a Carla... y ellas a nosotros). A Carla le encantó poder estar en control y casi que "dominarme" cuando le tocaba el turno de que yo le hiciera algo o ella a mí. Y Diego parecía fascinado con Victoria, su cuerpo, sus tetas, su pusa y axilas peludas, su olor y su sabor. Y no paraba de tocar, oler o chupar la pusa y axilas peludas de mi mujer... porque realmente era rubia. Y yo con Carla ya sentía avalanchas de placer con su cuerpo (me hubiera gustado que no oliera o tuviera sabor a jabón, perfume, desodorante y cremas... pero eso sería para las próximas veces... porque las hubo, y muchas por varios meses). Pero había "algo" en la sala en donde estábamos (hacía frío y yo prendí la chimenea y apagué las luces. Y la música en el fondo era tranquila y sensual). Diego se moría de las ganas de que yo le mamara la verga... y él a mí. Y Carla también no aguantaba las ganas de ver a su marido con otro hombre.

Carla "sugirió" que ahora las penitencias a los hombres las pusieran las mujeres... y la primera me la puso a mí. Me "ordenó" que le agarrara la verga a Diego... y que se la chupara. Lo hice, poco a poco, despacio. Primero la acaricié y me fascinó lo caliente que estaba y lo dura y recta que era. Y bajando mi cara se la empecé a oler y a chupar, poco a poco. Hasta que me la metí hasta el fondo de mi garganta. Diego más que gemir, gritaba. Pero paré antes de que se viniera. Ninguno quería "terminar" tan rápido. Y Carla ahora le "ordenó" a Diego que me hiciera lo mismo. Nunca había visto a un hombre tan deseoso de agarrarme la verga y mamarla, y al mismo tiempo temblar de placer y de nervios. Y al fin ellos cumplieron su fantasía. Diego me mamaba la verga y me la llenaba de saliva que chorreaba por mis huevos y muslos. Estaba engolosinado con mi pija.

Por supuesto el juego de cartas y penitencias terminó en ese momento. Y mientras Carla veía a su marido mamarme la pija, Victoria se puso a tocarla, besarla, olerla y chuparla y Carla a ella. Y no pasó mucho tiempo antes que se pusieran en un 69 delicioso, al lado de Diego y mío. Allí fue cuando me coloqué para también mamarle a él la verga. Ya era un 138 completo (69+69). Ellas terminaron en sus bocas... y nosotros también. Me encantó cómo a Diego le gustó mi semen y se relamía y sentía su olor y su sabor...  y cuando vimos, Carla y Victoria se estaban morreando y compartiendo el sabor y olor de sus pusas y saliva... y yo puse mi cara frente a la de Diego y como no vi señales de oposición o desagrado, acerqué mis labios a los suyos... y presioné levemente... pero embarrándolos con su propio semen. Sentí el olor de mi verga y mi semen en su boca. Él la abrió inmediatamente y sacando la lengua me chupó los labios y yo también abrí la mía para que sintiera su propio olor y sabor... y saqué mi lengua y así sintiéramos la mezcla del olor y sabor del semen de los dos.

Y fue Diego el que se separó de mi boca y fue con su mujer. Y la besó lleno de semen.

Era el inicio con Carla y Diego.

Continuará...


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