Auroras difuminadas

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Sonrojado veo el amanecer que oculta tu mirada, aunque si soy honesto aún me cuesta mirar a los ojos; especialmente si son los tuyos. Me da miedo…, pero cada vez me importa menos, porque cada vez es más fácil perderse entre el porvenir que solo puedo alcanza contigo.

Sin saberlo del todo has dado tanta luz a esta estrella caída, una que se creía agujero negro y simplemente era una estila en vela, una que tenía hambre de luz y sincera compañía que se atiborraba de lo primero que veía. Solo puedo decir gracias. Y ahora solo quiero perdernos juntos como estrella fugaces por el firmamento. Dos que ante su torpe velocidad solo quieren volar sin aterrizajes demasiados traviesos o inesperados, y se atreven a compartir incluso…. lo efímero, porque descubrí que jurar una improbable eternidad es demasiado fácil y hasta recurrente.

Pues eres cálida como una caricia inesperada, una que despierta mis inviernos y trae colores al frío de mis auroras. Ahora la vida es menos aburrida, incluso he invitado a salir a lo soledad. Ese sentimiento «extraño» se había anquilosado en mi alma por miedo a ser… desahuciada de mi existencia. Pero… solo me estaba ayudando, pues en aquel entonces no sabía que solo a solas puedes construir un conmigo que podrá difuminarse en la magia de un nosotros. Porque a las malas lo aprendí: «si uno no esta preparado», a veces las parejas de «dos» son un castigo. Un contigo que roza torpe una compañía difuminada hasta alejarse en cuerpos que se tocan, pero misteriosamente no hay contacto real.


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