Recuerdo aún mi llegada a la Universidad: la sonrisa coronaba una cara descuadrada por los nervios. En el bus me acompañó un asiento vacío y ... el beso -aún húmedo- de mis padres. Mi leal móvil entonaba “mi himno personal” ante las adversidades en forma de canción “Hoy toca ser feliz”(de Mago de Oz) para mitigar las dudas.
Hoy -mucho tiempo después....- aún recuerdo ese primer día. El primero de mi nueva vida y de tantas cosas. Reflexiono feliz tras años de aventuras que me impregnan. De todo "solo rescato": algunas amistades para siempre. Ese compañero fiel al cigarro. Unas lecciones aburridas, otras no tanto y alguna incluso mágica. Incluso trascendental.
Me viene a la mente un momento espontáneo que nunca olvidarás y solo sabemos nosotros dos. También un café inoportuno derramado en el lugar demasiado exacto; pero al menos esa tontería alegro tu mañana. Y a mi me ayuda a afrontar mejor la vergüenza y el sútil e incomprendido de ser un idiota agradable.
Como olvidar la típica asignatura que despierta "un no sé que..." raro. Y por supuesto, el olor salvaje al césped. A hierba libre y natural al lado de una biblioteca. Finalmente, tampoco olvidaré el orgullo de cruzar las puertas tras tanto esfuerzo y esa docente que cambió mi vida.
Tal vez la universidad es lo que te cuentan, pero sin tantas historias ni parones. Al fin y al cabo, la vida ante todo sigue sin penas ni prisas. . En mi caso, la UJI solo es un punto y aparte de la aventura existencial. Al fin y al cabo, cada persona es solo un microrrelato de la historia. Pero también es... todo un mundo único esperado a ser contado, ser el protagonista de una vida.
La universidad me verso un poco más a ver la adversidad con dignidad, orgullo e incluso confianza, como algo de lo que aprender… o al menos intentarlo.
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