LA ERA DE LOS "LISTOS" 1

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La presuntuosa Carlota, esposa del economista Gabriel Hernández, tenía un primo hermano llamado Eduardo Millet el cual cuando era un niño sus padres debido a su condición de hijo único lo habían sobrevaloado en exceso en detrimento de una realista educación alabando sus pequeños logros pero eludiendo los errores que éste pudiera cometer. Por tanto él llegó a creerse que era superior a los demás chicos de su edad.

En consecuencia aquella desidia educativa en la que subyacía una inseguridad anímica familiar fue transmitida al joven Eduardo dando lugar a que éste concibiese que en la vida o eras un lobo o un cordero; deborabas o podías se devorado por alguien. Claro que esta manera de ser tan egocéntrica estaba en consonancia con el contexto social de su país que había heredado una tendencia picaresca del siglo XVl, razón por la cual mucha gente como la misma Carlota valoraba más al hombre "listo", al oportunista que sabía sacar tajada en las difíciles situaciones que se presentaban que al reflexivo intelectual.

En la actualidad Eduardo Millet que en su juventud a diferencia de sus compañeros de estudio defendía lo que se llamaba un franquismo social, que consistía en un estilo de vida tan ortodoxo como estrecho de miras pero que al desvanecerse dicho sistema él al igual que su famiilia sólo contemplaba una brillantez aparente basada en el poder adquisitivo que un sujeto pudiera poseer, estaba casado con una mujer muy simple que se entendía a la perfección con Carlota puesto que ambas mujeres compartían el mismo carácter dominante hacia sus allegados al consiiderarse que eran como una especie de diosas solares; y cuya máxima distracción era cotillear sobre los conocidos y las amistades que tenían en común, el hombre trabajaba de administrativo en una conocida empresa de productos lácteos. 

A Eduardo que no cesaba de presumir de que sabía de todo, aunque no fuera cierto, un día fue a visitarlo en su domicilio su compañero de oficina llamado Alberto García quien era un amante de la literatura y había escrito con gran esmero un relato de terror por lo que le llevó su manuscrito con el propósito de que éste lo leyera y le diera su opinión. Mas cuando Alberto al cabo de dos semanas fue a recoger su trabajo literario, se llevó un chasco muy desagradable, porque Eduardo con una retórica grandilocuete le vino a decir que su cuento no valía nada. Se ensañó a conciencia con él criticando peyorativamente algunos pasajes del mismo, en cuyo énfasis despectivo se advertía una oculta envidia, porque a su juicio era intolerable que aquel pobre tipejo tuviera más imaginación y sensibilidad que el dueño de aquella casa que empequeñecía a su pequeño ego.

- Creeme Alberto. Concéntrate en tu trabajo en la empresa que es lo que te da de comer, y deja de mirar a las musarañas con la literatura que no te dará ningún beneficio - le dijo Eduardo con una risita a su compañero de fatigas

Como es de imaginar Alberto García salió del hogar de su compañero de trabajo con el ánimo por los suelos, con la sensación de había sido un ingénuo al escribir aquella historia de terror.

Curiosamente por aquellas fechas la empresa de Eduardo a causa de una reducción  de gastos, decidió prescindir asimismo de algunos administrativos y de entre los afectados se encontraba aquel "sabelotodo". ¿Qué haría en el futuro para seguir ganando un sustancioso beneficio económico que le permitiera sguir conservando de cara a la galería su fama de hombre listo e infuyente para la gente de su entorno?. Montar un negocio no lo vio factible; pues él no era un sujeto emprendedor ni tampoco tenía fuerzas para soportar las malas rachas que le harían perder el aprecio de los demás por lo que se le pondría en evidencia su crónica inseguridad interior heredada de sus progenitores.

Entonces, Eduardo amparándose en su condición de hombre oportunista quiso afiliarse a un partido político de izquierdas en el Ayuntamiento del pueblo del litoral catalán en el que residía, porque le pareció que su doctrina de un progresismo gregario y estereotipado que era lo que predominaba en la sociedad en aquel momento tenía muchas probabilidaes de salir ganador en unas próximas Elecciones Municipales.

Sin embargo cuando Eduardo se presentó a los líderes de aquel partido de izquierdas ofreciendo sus servicios a la "Causa"  a ellos no les acabó de convencer, dado que intuyeron que su actitud no era demasiado sincera. Pero aquel oportunista no se dio por vencido y trató de afiliarse al partido político contrario que era nacionalista-.independentista que precisamente era el que gobernaba en aquel entonces en aquel lugar.Y por un extraño capricho del destno allí sí que fue admitido en sus filas.

                                                                   CONTINÚA


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