Caminando de Espaldas (1-1)
Amanda siempre había sido muy intuitiva. Solía tener unos sueños muy lucidos. Los cuales a veces se despertaba sobresaltada y sudosa. Su madre siempre le había dicho que nunca confiara en sus pesadillas. Que nunca hablara entre sueños, ni que se los contara a nadie. Pues nadie la entendería, llegando incluso a alejarse de ella.
Un día siendo pequeña descubrió que en todos los sueños, aparecía alguien, al que ella sentía un apego muy fuerte. Cuando estaban juntos por corto que fuera el tiempo, sentía que era ella misma, si no fuera porque era un niño llamado Marcos.
Desde muy corta edad, empezaron a verse y a hacerse compañía en las noches, estando juntos protegiéndose en la oscuridad. Marcos solía aparecer a los pocos minutos de entrar en lo más profundo del sueño. Amanda lo esperaba con ansiedad, una vez dormida. Siempre se encontraban en un parque, siempre se columpiaban y correteaba entre todos los instrumentos de juegos que se encontraban en ese espacio.
A lo lejos siempre se solía ver, un montón de seres diminutos observando a los niños jugar. Amanda solía ponerse muy nerviosa. Marcos la tranquilizaba diciéndole que no podían entrar si ella no lo permitía.
Fueron creciendo juntos. Amanda en la realidad. Marcos en una realidad alternativa, dentro de un sueño. Llegaron a ser inseparables, hasta que Amanda cumplió su mayoría de edad. Diciéndose así misma, que ya era adulta, que tenía que ser más consciente de todo. Salir, conocer personas nuevas y olvidarse de Marcos.
Amanda fue a la universidad, estudio psicología. Poco a poco fue olvidándose de su gran amigo y compañero de su niñez Marcos. A veces solía verlo a lo lejos cuando caminaba. A veces lo escuchaba cuando regresaba de estudiar o de cualquier mandado que realizaba, fuera de su hogar.
Un día estando en clase Amanda no entendía la explicación que estaba dando el profesor. Cuando de pronto sintió una mano encima de su hombro, entendiendo rápidamente todo lo explicado como si alguien se lo hubiera soplado al oído.
Amanda no le presto atención a lo ocurrido. Solo escuchaba a su madre repetir;
--Ya eres adulta, no puedes seguir soñando despierta. No está bien hija.
Por fin se saco su titulo. Busco trabajo y empezó como todo el ser vivo en el mundo, a hacerse un porvenir y buscarse la vida para poder sobrevivir. Con el paso de los días, semanas, meses, descubrió que no era feliz. Que su vida estaba vacía, sin sentido. No le faltaba de nada, solo sentía que por el camino había olvidado una parte de ella.
Conoció un chico, empezando a salir. Al principio todo era de color rosa. Se encontraba a gusto, feliz y empezaba a sentirse completa y realizada incluso con ella misma. Hasta que un día su novio le dijo que ya no sentía lo mismo por ella. Que había conocido a otra persona y quería deja la relación. Amanda se derrumbo. No lo entendía.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales