Por así decir, uno tenía que haber muerto ya. No es que uno lo quiera, pero determinadas circunstancias abonan la tesis de vivir uno, como suele decirse, de milagro. Caso raro, por cierto. Gente con menos suerte adorna los altares.
Tras unos veinte años de coma espiritual, afloro de nuevo en algo parecido a lo que se ha conceptuado como vida eterna- una aproximación, como casi todo.
Caso parecido al que sufre un accidente grave, o se recupera, raspando lo imposible, de una enfermedad generalmente mortuoria. Y dirán, cómo es mi caso. Les contaré.
En realidad, mi único mérito ha sido el de aguantar. Cuidarme un poco y beber sólo para aplacar la sed. Lo demás ha venido rodado. Recuperé unas viejas amistades, no poniéndome excesivamente pesado con ellas. Hice un viaje, descubrí internet. Creo que esto ha sido todo. Lo demás, suerte. Hay quien, como yo, pese a venirle la vida de espalda, va juntando sus propios pedacitos y se recompone como un puzzle. Por el mismo procedimiento que se forma un rompecabezas. Es sólo cuestión de paciencia y de un poco de suerte. Es tan difícil asumir- pregunto- que no te quieren, que no te querían. También ayuda que te toque la lotería.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales