EL CLUB DE LOS HOMBRES 4 (FINAL)

El caso era que Rosita sabía perfectamente que los devaneos de faldas de Ramon no tenían ninguna trascendencia, y además le tenían sin cuidado, pero ella se había visto obligada a representar aquella dramática escena de celos más que por el hecho en sí por su orgullo personal en el que iba implícito el compromiso legal. Una cosa era lo que realmente sentía y otra lo que se suponía lo que debía sentir, según las normas sociales establecidas.

Así que Rosita aquella tarde permaneció tranquila al lado de su marido sin mencionar para nada el incidente de la mañana y atendiendole en lo que éste necesitaba como era la costumbre de muchas parejas en aquellos años.

Ramon no tardó en reponerse del todo y nuevamente volvió a solazarse en el Club de Natación donde contó a sus seguidores con una envidiable capacidad narrativa y con gran ingenio, ya que era evidente que mientras hablaba se crecía como un árbol, su aventura amorosa en Valencia y exagerando algunos detalles eróticos con su amante Rosario, con el objeto de que los amigos de su grupo le admirasen todavía más, y así él poder engordar su vanidad. Y ciertamente todos quedaban prendados de su don de la palabra; aunque otros le tenían por un simple farolero.

 Ramon que asimismo presumía de ser un hombre pragmático; de estar de vuelta de todo al percatarse de que uno de sus contertulios llamado Esteban que estaba muy preocupado y de que no podía dormir por las noches, debido a la difícil etapa por la que pasaba su empresa de Transportes, cuando hacía unas décadas que los negocios subían como la espuma, gracias a lo bajos impuestos que estos pagaban propiciados por una generosa política fiscal del Gobierno para favorecer al Capital, a la emigración en el extranjero de mucha gente obrera que permitió sanear a la economía del país y sobre todo gracias a la principal fuente de ingresos del turismo que modernizó a la sociedad, en la actualidad había habido un pésimo cambio radical en la situación a causa de una feroz crisis financiera derivada del petróleo que destruyó a muchas empresas, y ello agravado por las feroces manifestaciones y huelgas de los trabajadores auspiciadas por los Sindicatos, él lo agarró por los hombros  y le diijo:

- No te preocupes hombre. Ya verás como al final todo se arregla.

- No lo creo. Por ahora todo está muy negro. Y en mi familia no recibo ningún apoyo de nadie - le confió Esteban.

- Pues mira chico. Si al final tienes que cerrar tu empresa de Transportes, lo que puedes hacer es dedicarte a la politica. La poliica es el negocio de hoy en dia - le recomendó Ramon medio en broma medio en serio.

- ¿Qué dices, hombre? Yo he trabajado toda mi vida y no tengo ningún ideal. Nunca me ha interesado la política- replicó Esteban.

- ¿Y éso qué importa? Hay mucha gente que no ha trabajado en su vida, y hacen la comedia de que tienen un ideal sea de derechas o de izquierdas,y se afilian a un partido político para vivir del cuento.. Hoy en día lo que está de moda es ser de izquierdas. Todo negocio tiene su moda. Y el Parlamento es puro teatro de cara a la galería. ¿No lo sabías? Pues ni hasta los curas creen en lo que predican.

Esteban hizo una risita de circunstancias.

Amadeo Vilalta después de haber escuchado al sin par Ramon Ramoneda se dio un prolongado chapuzón en la piscina y luego se fue a tomar el sol junto a Fernando, el cardiólogo, con el que habló el primmer día.

- Hola. ¿Qué tal estás? - le preguntó éste.

- Bien. Aunque aquí parece que muchos socios pasan de todo; se toman la vida a la bartola y que nada les afecta - dijo Amadeo.

- Te equivocas. Precisamente es todo lo contrario como cualquier persona. Cuando nosotros venimos aquí no podemos eliminar nuestros problemas. Ellos siguen estando ahí. Pero sí que nos desprendemos de la mala connotación que tienen, que es el dolor que nos pueden causar y que nos impediría seguir viviendo en paz. Venimos al Club de Natación exactamente para librarnos, para paliar el dolor.

Y Amadeo Vilalta comprendió la razón de ser de los hombres del Club.

                                                               FRANCESC MIRALLES