... Anteriormente...
Luis: ¡Qué me dise, don Fulgensio!.. Cuidao que está usté hoy de mal pensao…
(Pausa… Luis se apoya sobre la barra y se rasca sin miramientos sus partes pudendas, para después subirse el pantalón muy por encima de su ombligo. Don Fulgencio le echa el brazo por encima de los hombros y le confiesa en voz baja el origen de sus insinuaciones)
... Continuación...
***
Don Fulgencio: El caso eh que, según me cuentan, er Manué no la huye del tó; y no me extrañaría que ya lo haigan hesho mushas veses a escondía de loh demá, que estoh son mu laínos y aprovechan la falta de luses pa hasé sus marranás en la cuadra de la casa d’ella, según ma disho er Tolo….
(Pausa… Don Fulgencio se quita la boina, se cambia la garrota de mano y se rasca la cabeza para después volver a ponérsela con un nervioso movimiento de rosca)
Don Fulgencio: … Claro, que también er Manué no hase asco ni a la vieha burra Federica, la qu’entoavía está colgá en la carnesería del Felipe esperando a que la compren en filetes desde que la traheron del mataero, hace ya una semana larga. Y es qu’el Manué es musho Manué… Ya en la mili tenían que darle triple rasión de bromuro en el desayuno pa’nfriarle los redaños, según me ha disho el teniente de la Guardia Siví, qu’el mu sinvergüensa tenía a tó el pabellón militar en continua imahinaria el shavá, por si las moscah… ¡Menúo somental está hesho el gashó!
Luis: Pero, don Fulgensio, que la Paca está casá; no diga usté bestialiaes…
Don Fulgencio: Que sí, que sí, amigo Luí, que er Tolo es mu amigo del Manué y sabe lo que se dise. Que er André, er marío de la Paca, eh má simple qu’el mango d’una perindola; qu’está el gashó t’ol día metío en casa y no se entera de ná; se pasa las horas contando con los deos las cuatro mierdesilla de ahorro que tié guardaos baho l’almohá y viendo la revista de tíah guarra que l’ha regalao su muhé pa que la dehe en pá, y así tené libertá pa hasé lo qu’ella quiera hasé. ¡Menúa bisha está hesha, la mu lagarta! Es una víbora putona… ¡Disen que se l’ha montáo hasta con el gallo de su casa!
Luis: ¡Que bestialiaes dise, Don Fulgensio! Anda quillo, pónnos otros dóh vinito; y que estén bien fresquitos, que don Fulgensio está con fiebre y nesesita refriherio. ¡Menúa imahinasió! ¡Madre del amó hermoso!..
Don Fulgencio: No me quiés hasé caso, Luí; eres un descreío gañán… ¡Mal t’amparío, pisha!
(Pausa… En ese momento entra el aludido Bartolo (Tolo) por la puerta del bar… Don Fulgencio salta de alegría al verlo)
Don Fulgencio: Mira, mira… ahí entra er Tolo; vamo a vé si miento… ¡Cashendié! Eh, Tolo, a la pá de Dió; ven aquí pisha, que tenemos que haserte unas preguntas…
Bartolo: A la pá de Dió, señó Fulgensio; hola, Luí…. Y a la compaña… Ustés dirán…
Don Fulgencio: Mira, qu’el Luí no se cré lo del Manué y la Paca. Que le he contao lo enrollao qu’están los dóh y me dise que son figurasiones míah. Cuéntaselo tú, mi arma, has el favó, a ver si se convense este bruto malcreío…
Bartolo: ¿De qué me habla, don Fulgensio? ¿Qué es lo del Manué y la Paca?…
(Pausa… Don Fulgencio se le queda mirando con ojos saltones y la boca abierta)
Don Fulgencio: ¡Pero bueno…! ¿Estás de coña conmío, compare? ¿Me vá a dehá ora en mal lugá, pisha? ¿No me dihiste l’otra mañana que la Paca tiene trato con er Manué, que está con él como una burra en selo, que le persigue como oliendo suh peo y que se lo hasen a escondías en la cuadra de su casa..?
(Pausa… Bartolo se les queda mirando a los dos y apenas puede contener la risa)
Bartolo: Jo… Jo… Jo… Vamoh, vamoh, vamoh, don Fulgensio… Está usté mu, pero que mu grave… Tié usté que visitá al matasano sin farta, que sus trompah d’ustaquio están ya más oxidás que las herraduras del caballo de Atila. Joer… ¡Usté tó lo maneha a su antojo, Don Fulgensio!… A vé si se aclara, mi arma… Yo le dihe que la Paca está en trato con er Manué pa vendehle la burra que tiene en selo, que no se la va a vendé por meno de dóh talego, y que si lo hase será pa reformá la cuadra de su casa… ¡Vaya mente má coshina que tié usté, don Fulgensio!.. ¡A tó le saca punta por el mismo filo, vieho verde!..
(Pausa… Luis suelta también unas risotadas de cachondeo y Don Fulgencio se les queda mirando fijamente a los dos con cara de embobado y de pocos amigos. Bartolo se le queda mirando sonriendo y después se acerca hasta la barra en medio de ambos)
Bartolo: Ayyy, virgensita, virgensita… ¡Qué vida ehta tan gañana… Lo que hase perdé la libido!… ¡Quillo… ponnos a Luí y a mí unoh finitoh, pisha! Y a Don Fulgensio un balde con musho hielo pa ponéhselo debaho la goina, que le va vení bien p’apagá esos fuegos fatuos que le salen de la sepultura…
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Nota del autor: Con todo mi cariño hacia el pueblo andaluz, raíz de tantos y tantos talentos. Y a los posibles lectores, mis excusas por la probable dificultad de concernirse con el simpático deje andaluz.
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