Mi casi primera vez Parte 6 y FINAL

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Ya con la verga afuera del culo de Marta, pude ver que tenía un poco de su mierda en el glande... pero aunque ella me dijo que me limpiara, yo no quise. Quería guardar esa sensación todo lo que pudiera... al fin y al cabo era hora de irme a mi cuarto... y vestirme para cuando llegaran mis papás. Así que Marta se quedó acostada en su cama, desnuda, con las piernas abiertas y su pusa llena de jugos... y vi perfectamente que mi semen empezaba a salir de su ano y a chorrear por sus nalgas y caer en la sábana de la cama... e inmediatamente comprendí que mi semen estaba mezclado con un poco de su mierda... porque no era semen "blanco" sino bastante amarillento... eso me encantó y terminó de confirmar todos los fetiches sexuales que tengo y que tanto me encantan.

Me despedí de ella con un beso suave... pero ella me agarró la cabeza con sus manos y me empezó a morrear con mucha lengua y saliva... y me dijo "gracias"... "me encantó"... "y quiero más"... yo le dije que por supuesto, que por mí cogeríamos cada vez que pudiéramos. Y me fui a mi cuarto. Y así terminó esa "primera" vez... no logré meter mi verga en una pusa pero sí había hecho muchísimas cosas deliciosas... y ahora con una mujer y era infinitas veces mejor que con Gustavo (Con él sabíamos que el sexo que teníamos era el "reemplazo" porque no teníamos a una mujer con quien coger... y que sería "temporal" mientras cogíamos con mujeres. Aunque en mi caso el gusto de mamar vergas y coger con hombres se ha mantenido toda mi vida y he tenido experiencias excelentes). 

Cuando iba a salir de su cuarto le pregunté a Marta si me regalaría su calzón sucio y apestoso y lleno de jugo de pusa... y se rió y me dijo que sí... que le encantaba la idea de que yo me pajeara oliendo la peste que dejó su pusa y su culo en la tela... y ella me preguntó si yo le contaría de ella, a Gustavo... porque la excitaba que mi amigo-amante gay lo supiera... que yo ya había cogido con una mujer mientras que él no... era algo morboso. Así que le dije que sí, que le contaría todo... entonces ella me dijo que también me llevara su brasier y que así los dos podríamos imaginarla cuando él y yo cogiéramos... porque seguro que lo seguiríamos haciendo... y no se equivocó. Gustavo se volvió loco con el calzón apestoso y manchado de Marta y con el tamaño enorme de su brasier... incluso Gustavo se los ponía cuando cogíamos y me decía que yo pensara en que él era Marta... fue delicioso.

Me levanté de la cama y recogí las revistas porno del suelo... y Marta me dijo que por favor le dejara algunas... que quería verlas y pajearse pensando en lo que acabábamos de hacer... y le dejé las que más le gustaron. Me fui desnudo por toda la casa y mientras caminaba y pensaba en lo que acababa de pasar, llevaba mis dedos en la nariz, oliendo la mezcla de pusa, culo, semen, saliva, sudor... y al llegar a mi cuarto ya tenía la verga parada otra vez... y aunque la sentí un poco irritada por lo que me apretó el culo de Marta, no lo pude evitar y me pajeé otra vez... casi no me salió semen... pero lo poco que quedó en mis dedos lo olí y lo chupé... y el sabor era diferente... y sentí el olorcito de la pusa y del culo de Marta, mezclado con mi semen... y su mierda... y eso hizo que tuviera un orgasmo enorme y temblara como nunca me había pasado al pajearme.

Después de esa tarde, delante de mis papás, Marta y yo nos comportábamos como que si nada hubiera pasado entre nosotros, pero estando solos no dejábamos de besarnos y meternos mano y decirnos las cosas más calientes. Faltaban cuatro días para que ella se fuera a su pueblo... y regresara con condones... y yo me moría de las ganas de meterle la verga en la pusa. Y cuando podíamos hacíamos comentarios sobre las revistas y ella me contaba lo que había pensado y visto para pajearse... y por supuesto yo le contaba que me estaba matando a pajas pensando en ella.

En esos días siguientes sólo en una ocasión pudimos repetir lo mismo con Marta. El resto del tiempo, cuando podíamos nos dábamos buenos besos con mucha lengua y saliva... y nos metíamos mano. Yo cada vez que podía le agarraba las tetas o le metía la mano bajo la falda y le sobaba la pusa y le jalaba los pelos. Ella me pidió que cuando pudiera, que me pusiera una bata pero que estuviera desnudo... y yo llegaba a la cocina, me abría la bata y me exhibía para ella... me sentaba encima de la mesa y mi verga, huevos y culo quedaban a disposición de las manos, la nariz y la lengua de Marta... pero no podíamos hacerlo mucho tiempo ya que podía llegar alguien y vernos. Nunca olvidaré a Marta y el placer enorme que me dio.

Al fin llegó el día en que ella se fue a su pueblo y yo sabía que regresaría con condones... pero... no fue así. No regresó. Nunca más supe de ella. Incluso mis papás nunca supieron por qué se fue. M imagino que tuvo que ver lo que hacíamos... quizá no quiso que pasara algo más. Total ella era una señora cuarentona (nunca supe su edad) y yo un adolescente. Era una relación imposible... y ella sabía que por mi parte no había nada más que deseo sexual. Que yo estaba con ella porque quería cogérmela... y punto. Así que por eso esta historia se llama "mi casi primera vez"... porque aunque con Marta hicimos muchísimas cosas deliciosas, yo todavía seguía sin meter mi verga en una pusa. No fue hasta unos meses después que Gustavo y yo pudimos ahorrar y escaparnos y coger con la misma puta... él primero y yo después... y sentí delicioso meter mi verga en la pusa de la puta y revolver mi semen con el que Gustavo le acababa de meter.

Y un beneficio adicional de la cogida con Marta es que aprendí a meterla por el culo... y a los pocos días se la metí a Gustavo... y el a mí. Y fue delicioso. Raro. Diferente tener una verga metida en el recto a ser yo el que la meta. Pero me encantó quizá porque la primera vez que Gustavo me la metió no me dolió nada... un poco molesto al principio pero sentí un gran placer y logré un orgasmo prostático... seguro ya con los dedos que nos metíamos habíamos aprendido a relajar el esfínter trasero... y además, como la verga de Gustavo es gorda y cabezona pero muy corta (cuatro pulgadas) no me dolió y me gustó mucho. A él sí le fue un poco más difícil acomodarse a mi verga de 6 pulgadas, más gruesa y más cabezona; pero al final también aprendió a gozarla mucho.

FIN


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