Denunciar relato
El astronauta descendió lentamente por la rampa. El aire era irrespirable. Unos seres de forma ambigua con extremidades como brazos y piernas se acercaron y lo observaron fijamente. Sus guturales sonidos parecían tratar de formar la palabra “humano”. De pronto, uno señaló al cielo púrpura y pronunció con claridad “Tierra”. El astronauta comprendió entonces que no era un descubridor, sino el descubierto. Aquellos seres compartían un origen humano con él, pero habían emigrado desde la Tierra eones atrás, evolucionando de una manera asombrosa para adaptarse a ese planeta, alguna vez su hogar y ahora extraño para el recién llegado.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales