Se llamaba Absalón. Era un ángel del cielo. Su espíritu era muy rebelde, no le importaba traicionar a otros por quedar, bien él. Sus compañeros, lo consideraban muy desleal con los demás. El siempre deseaba ser el triunfador, el que tenía que ganar en todo. Nunca podía ser el segundo, ni ver que los halagos, se los llevaran otros. Eso para él era considerarse un perdedor, un fracasado, un donnadie.
Era sentir en su ego, que lo despreciaban. No tenía amigos, ni tampoco los buscaba. Pues solía decir que siempre uno terminaba traicionado por ellos. Que no se podía confiar en nadie, que solo se podía contar, con uno mismo.
Un día ocurrió algo muy drástico. Absalón cambio de bando, dejando que la oscuridad, entrara en el cielo ocasionando un gran estruendo en la corte Celestial. Lo causado fue tan impactante, que pusieron precio a su cabeza, decidiendo escaparse a la tierra y pasar desapercibido, entre la humanidad.
Su egoísmo, su ambición y ansias de poder, hizo que el mismo, se degradara tanto, hasta el punto de terminar exiliado por su bienestar, terminando escondiéndose, por decisión propia. Convirtiéndose en un prófugo, del poder divino.
Por donde andaba, la tierra ardía. Si se enteraba de que un país se encontraba en guerra, se alistaba de mercenario para seguir alimentando sus ansias de poseer al prójimo, matando, aniquilando personas. No le importaba disparar al del mismo bando, si con eso obtenía atención de sus superiores al mando. Pues les hacía ver, que el intento impedir la matanza, saliendo siempre airoso de todo, en cada ocasión.
Mientras tanto las fuerzas divinas, lo buscaban sin tener suerte ninguna. Donde pensaban que podía estar, por recibir señales nefastas, aterradoras. Resultaba que no se encontraba en la zona. Sabía como camuflar, sus sentimientos más profundos, mezclándose entre las maldades de la humanidad. De ese modo ninguna señal que traspasara las barreras dimensionales, podían confirmar que se trataba del prófugo Absalón.
El bien supremo, también llamado, Fuente Divina, decidió que si tanto deseaba andar entre la humanidad, debería padecer, sufrir y vivir, como ellos. Sellándole sus poderes de Ángel, pero dejándole su memoria intacta.
Su intención era, que si en algún rincón de su ser, quedaba una miaja de buenos sentimientos hacia el indefenso, ¡aún!, se podría salvar, de desaparecer en el infinito y ser olvidado de todo ser vivo.
Con una furia como si un huracán se tratara. Entre tormenta, truenos y relámpagos, mando un rayo, atravesando su pecho. Quedando su esencia sellada y convirtiéndose en un humano despierto.
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