Absalón no daba crédito a las palabras que Miriam estaba pronunciando en ese preciso momento. Si no era porque se encontraba en un planeta de tantos habitados por los seres de luz, pensaría que era el mismo creador quien le estaba hablando. Y siguió preguntando, poniéndola a prueba, intentando sacarla de sus casillas, para difamar y maldecir a los demás;
--¿Te gusta tú cuerpo, con sus limitaciones y con lo que eso conlleva, ser tratado diferente y con obstáculos para poder desenvolverse entre los demás, seres del planeta?
--Mi cuerpo es como todos. Unos son ciegos de vista, otros nacen ciegos viendo. ¿Qué diferencia hay entre los dos? Por ejemplo; tú ves, pero te considero ciego. Tú sientes, pero te considero sin corazón. No sé, qué te ha ocurrido en tu caminar por esos mundos, para terminar pensando así. Por favor, cuando puedas y te encuentres bien, te invito a que vuelvas a tu camino, si tanto desprecio te infundo con tan solo estar aquí conmigo. No es mi deseo causarte más dolor del que veo, ya tienes causado. Descansa y vuelve pronto a tu caminar.
Absalón ceso en su intento de lastimarla. Viendo que no podía causarle ningún daño, empezó a verla con otros ojos. Empezó poco a poco a sentir un cariño desconocido para él. En la corte Celestial, no existía esa clase amor. ¿Pero lo más curioso?, era que sin darse cuenta, se estaba enamorando de ella. De una persona, de un ser imperfecto y como tantas veces le decía, incompleto.
Un día Absalón noto que Miriam no se encontraba bien. Sudaba, se desmallaba, no respondiendo a los movimientos diarios que solía hacer todos los días. La llevo al médico y descubrieron que se encontraba enferma. Tenía enfermo el corazón, sin poder recibir tratamiento, ni operación ninguna.
Miriam con una endereza incalculable y una gran madurez, recibió la noticia con una serenidad que Absalon se quedo sin habla, solo al ver como respondió al médico, al recibir la noticia;
--¿Cuánto me queda, que tiempo tengo?
--¿claro?, no hay nada en este mundo, pero de unos 3 a 6 meses, si se cuida bien y no hace esfuerzo ninguno, que castigue a su órgano tan dañado. Tendrá que llevar oxigeno y por supuesto, no recibir, ninguna noticia drástica.
Absalón decidió por voluntad propia cuidarla y protegerle el tiempo de vida que le quedaba. De vez en cuando la veía padecer, miraba al cielo pidiendo perdón por el daño causado. Absalón descubrió lo que era sentir pena, tristeza, dolor, pero encontraba fuerzas viendo a Miriam lo feliz que era. No lo entendía, él pensaba para sí mismo;
--¿Cómo puede ser feliz, si se le está apagando la vida?
Miriam le estaba dando una gran lección, sin que Absalón lo notara. El amor, conlleva una gran pérdida. Toda vida humana que está unida a un gran amor, siempre siente su pérdida de alguna manera, durante su andar.
Cuando Miriam dejo este mundo, Absalón pidió irse con ella, pero como era de esperar, la fuente, no se lo permitió. Pues debía expiar sus errores hasta sus últimos días y así volver limpio ante él. La gran mano Divina, no estaba dispuesta a correr ningún riesgo, y volver a tener a otra vez en sus filas, a alguien que dañara a su creación. Esos seres imperfectos como decía Absalón, pero hermosos, perfectos y muy queridos, para los ojos de la FUENTE.
Absalón pacientemente espero su regreso a la corte Celestial. Nunca se olvido de Miriam. Aprendió la lección. Y siempre que encontraba a alguien en apuros, indefenso o necesitado, ahí se encontraba él. Murió solo y desahuciado del mundo, vagando por esos caminos, pero esta vez, ayudando al que se encontraba a su paso. Hasta el momento que el Creador lo llamo a su presencia. Volviendo a incorporarse a sus filas y volviéndose un gran defensor del ser humano.
FIN
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