AL RICO MAMBO 1

Por
Enviado el , clasificado en Cuentos
395 visitas

Marcar como relato favorito

José García que era un hombre de mediana edad; de cabello entrecano; quien durante muchas décadas había sido el dueño de un importante comercio familiar de objetos de regalo, se dirigía con su coche al domiicilio de su primo Gabriel donde había sido invitado a almorzar y al que hacía batante tiempo que no veía, el cual estaba situado en Premia de Mar que es una localidad marítima de la zona del Maresme cercana a Barcelona.

Gabriel vivía en un estupendo piso de un inmueble construido en el Paseo Central en el que había un amplio comedor con unos grandes ventanales por los que entraban desbordantes los plateados rayos del sol que acariciaban con su cálida luminosidad los funcionales muebles de la estancia, y que a través de los mismos se divisaba el inmenso y azulado mar.

A José García su primo siempre le había parecido un sujeto algo prepotente ya que a veces él presumía de ser un hombre mundano que estaba de vuelta de todo; aunque no por ello dejaba de apreciaarle.

Cuando los dos hombres se encontaron en el umbral del piso se saludaron con un fraternal abrazo y posteriormente el invitado cumplimentó a la esposa de su primmo llamada Carmen que era una mujer morena; muy guapa, pero también un poco rechoncha; y como no a los dos hijos adolescentes de aquel matrimonio.

-¡Bueno, bueno...! ¿Y cómo te van las cosas? - se interesó Gabriel por su primo mientras tomaban una cerveza sentados en.unos mullidos sillones del comedor.

-¡Estupendamente, oye! - respondió José con una amplia sonrisa-. Hago la vida que quiero sin tener que dar explicaciones a nadie. Que me da por ir a ver un espectáculo determinado, pues allá voy; que me apetece ir a almorzar a un restaurante especial y comer de capricho, pues no me lo pienso dos veces y ya me tienes allí. Por otra parte voy conociendo de una manera o de otra a gente interesante que me distraen. Esto de vivir solo con plena independencia está muy bien. Jajaja - rió con autocomplacencia-. Y francamente Gabriel. No entiendo el porqué la gente se queja tanto de todo.Yo veo que hay muchos tipos que van por la calle con una expresión ceñuda, de amargados que asusta. Pero pensemos un poco. Ahora gracias a la Medicina que ha evolucionado tanto, hay una mayor esperanza de vida en la población, cuando antes uno al jubilarse se moría al poco tiempo. Esto sin contar con las epidemias.También años atrás la sociedad no estaba tan bien informada como lo está ahora y había mucho analfabetismo. Además nunca había habido tanta libertad en las costumbres como la hay hoy en día. Yo  creo que si en la actualidad hay alguien que no se siente feliz es porque el ser humano nunca está contento con lo que tiene. ¡Pero yo no me puedo quejar! Desde que traspasé el negocio a un Banco que me pagó muy bien, no tengo ningún problema económico; y mucho menos personal.

- Ah... Me alegro por ti. ¿Y no echas de menos a tu mujer y a tu hija?- inquirio Gabriel.

- ¡La verdad es que a mi mujer Nuria nada! Esto ya es agua pasada. Aunque también he tenido que adaptarme a las circunstancias; cosa que no es nada fácil, para que nos vamos a engañar. Entre mi mujer Nuria y yo la convivencia era imposible. Siempre estábamos discutiendo por tonterías - confesó José haciendo una mueca de disgusto-. Al fin no tuvimos más remedio que ir cada uno por nuestro lado. Por lo que se refiere a mi hija Blanca, que trabaja en una importante emisora de Radio, ella vive su vida con su pareja que es un especiaista en Informática. Pero la chica viene a verme de vez en cuando.

Al fin almorzaron con apetito puesto que Carmen, la esposa de Gabriel, que era una excelente cocinera había preparado una refrescante ensalada y unos sabrosos canelones de pescado; todo ello regado con un vino blanco de marca.

Mas a media tarde Gabriel para animar un poco el ambiente puso música y en una discreta radio-tocadiscos que había en una estantería de la biblioteca colocó un disquet cuyo contenido musical estremeció lo más hondo del invitado; era como si a José le hubiesen pinchado con una aguja en la parte más sensible de su ser. Se trataba de viejas piezas de mambos interpretadas por la orquesta del músico cubano Damaso Pérez Prado. Se podía decir que venía a ser una músca "salsera" de principios de los años 60, la cual tenía un ritmo endiabladamente alegre, trepidante; con una vitalidad excepcional, cuyas vibraciones incitaban al sujeto más torpe a salir a la pista a bailar sin ningún complejo por su parte. Eran en suma unas notas tan bien sincronizadas entre sí; de los instrumentos de viento con los de persuasión que se calaban con facilidad en la sensibilidad de quien las escuchase y le  hacían sonreir infundiéndole a la vez un optimismo desbordante. Si el mambo llamado PATRICIA era de lo más vivificante que cabía imaginar, AL RICO MAMBO era el no va más.

- Es que me gusta la música con la que nuestros padres se lo pasaban bien- aclaró Gabriel-. Si hoy en día escuchamos música clásica como a un Mozart o a un  Vivaldi ¿por qué no podemos deleitarnos de igual modo con la música ligera de hace años como los mambos o de otro estilo?

De súbito aquella vitalista música, al igual que la madalena que se toma el protagonista de la famosa novela EN BUSCA DEL TIEMPO PERDDIDO del escritor francés Marcel Proust que le hace evocar una época del pasado, al supuestamente ufano José García le hizo viajar con su memoria unos cuántos años atrás. Concretamente cuando él era casi un niño de doce años.

                                                                     CONTINUARÁ


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed