El sustituto buenorro

Lucía se encuentra sentada en su pupitre. Un joven profesor sustituto está dando la clase de geografía. Mientras lo observa, piensa en lo guapo que es y en lo bien que le queda la camisa blanca que lleva puesta. Lucía se siente un poco avergonzada por sus pensamientos, pero no puede evitar sentirse atraída por el apuesto profesor. En su mente, se imagina cómo sería si viviera en la Edad Media, donde las jovencitas de 15 años se casaban con hombres mayores. Lucía suspira y vuelve a prestar atención a la clase.

El profesor de geografía se paseaba por el aula con un mapa del mundo en la mano. Se detuvo frente al pizarrón y señaló con el dedo una mancha azul en medio de Oriente Medio.

- ¿Qué es esto, clase? - preguntó con voz grave.

- El Mar Muerto - respondieron al unísono los alumnos.

- Muy bien. Y ¿qué saben del Mar Muerto?

- Que es muy salado - dijo una chica de la primera fila.

- Que está en el punto más bajo de la Tierra - añadió otro chico.

- Que no hay vida en él - completó un tercero.

El profesor asintió con la cabeza, satisfecho por las respuestas. Luego, continuó explicando las características del Mar Muerto, su origen, su importancia histórica y cultural, y sus problemas ambientales. Los alumnos escuchaban con atención, algunos tomando notas, otros mirando por la ventana.

En la última fila, un alumno asiático llamado Lee se aburría. Le gustaba la geografía, pero el Mar Muerto le parecía un tema muy aburrido. Decidió divertirse un poco y hacer una broma al profesor.

- Profesor - dijo levantando la mano.

- Sí, Lee. ¿Tienes alguna pregunta? - respondió el profesor.

- Sí, profesor. ¿Es cierto que un yunque flotaría en el Mar Muerto?

El profesor frunció el ceño, sorprendido por la pregunta. Los demás alumnos se rieron, algunos en voz baja, otros a carcajadas.

- ¿Un yunque? - repitió el profesor.

- Sí, profesor. Un yunque. Esas cosas pesadas de metal que usan los herreros - explicó Lee con una sonrisa inocente.

- Bueno, Lee. Supongo que sí, que un yunque flotaría en el Mar Muerto. La salinidad del agua es tan alta que hace que cualquier objeto se mantenga en la superficie. Pero no veo qué tiene de gracioso tu pregunta - dijo el profesor con tono severo.

- Es que me parece curioso, profesor. Imagínese un yunque flotando en el mar, como un barco. Sería muy divertido - dijo Lee, tratando de contener la risa.

- Pues a mí no me parece divertido, Lee. Me parece una falta de respeto a la clase y al tema que estamos tratando. El Mar Muerto es un lugar muy interesante y valioso, y no deberías burlarte de él con preguntas absurdas - dijo el profesor, molesto.

- Lo siento, profesor. No quise ofenderlo. Solo era una broma - se disculpó Lee, bajando la cabeza.

- Pues no vuelvas a hacer bromas así, Lee. Y presta atención a la clase - le advirtió el profesor.

- Está bien, profesor - dijo Lee, resignado.

El profesor volvió a su exposición, pero antes de que pudiera seguir hablando, otro alumno intervino.

- Profesor - dijo el alumno.

- ¿Qué quieres ahora? - preguntó el profesor, impaciente.

- Solo una pregunta, profesor. ¿Y un hipopótamo? ¿También flotaría en el Mar Muerto? - preguntó el alumno con una sonrisa maliciosa.

La clase estalló en risas. El profesor se quedó sin palabras, mirando al alumno con incredulidad. Lee se unió a las carcajadas, agradecido por el apoyo de su compañero.

- ¡Basta! ¡Silencio! ¡Esto es el colmo! - gritó el profesor, furioso. - ¡No voy a tolerar más faltas de respeto! ¡Todos castigados! ¡Nadie sale al recreo!

Los alumnos se callaron, sorprendidos por la reacción del profesor. El profesor respiró hondo, tratando de calmarse. Luego, cogió el mapa del mundo y lo tiró al suelo.

- ¡Y esto también flota en el Mar Muerto! - exclamó el profesor, sarcástico.

Y salió del aula, dejando a los alumnos atónitos