Después de bajar y darse cuenta, que alguien había prendido fuego a un cubo de basura por diversión y a consecuencia se había quemado una chabola de una familia que dormía por los alrededores, cerca de donde se había expandido las llamas, se quedo pensando lo que ese ser le acababa de decir en sueños. Empezó a caminar sin darse cuenta termino en un pequeño parque situado cerca de donde vivía, donde había muchos árboles todavía sin destruir.
Se sentó en el suelo, cerró los ojos y empezó a respirar concentrándose en los movimientos de la respiración, al mismo tiempo que escuchaba atentamente los sonidos de los pajarillos que revoleaban a su alrededor. Primero inspiraba por los orificios de la nariz, llenando sus pulmones de aire puro, seguidamente expulsaba el aire hacia fuera, por la boca, quedando sus pulmones vacios.
Ana repetía varias veces, los movimientos de la respiración, hasta llegar el punto, que sin darse cuenta seguía por instinto una sintonía entre el espacio, aire, y su cuerpo respirando cada vez más lento. Su cuerpo empezó a notarse tan relajado, tan sincronizado con aquellos pajarillos y incluso los arboles que se encontraban a su alrededor, que decidió seguir haciéndolo durante un poco más de tiempo.
Empezó a notar que su cuerpo se encontraba dormido, su mente despierta, sus sentidos activados y le gusto, aquella experiencia empezó a satisfacer su ser mas intimo, sus adentros más profundos. Cuando de pronto vio que su mente empezaba a cambiar de color, a escuchar sus pensamientos como si fuera un observador de su propio ser, de su alma.
Pasado un tiempo como si de la nada escucho;
--¡Hola!, ¿estás conmigo? Porque yo sigo contigo. Aquí y ahora.
--¿sigues aquí? Pensé que el despertarme desapareciste.
--Yo siempre estoy aquí. No me veis, no me oís, ni me podéis tocar, pero no olvides que tu y yo somos parte de un mismo ser. Por lo tanto tú siempre estás conmigo, y yo nunca me aparto de ti, aunque no pueda decidir, ni vivir tus momentos más penosos por ti, impidiendo que sufras, con la consecuencia de que me niegues. Pero tu vida, con el paquete completo, solo te pertenece a ti. Por lo tanto, como la vivas, sientas y creces, solo depende de ti.
Ana, no te sientas triste, no culpes a nadie por tus errores, ni siquiera a ti misma. Las decisiones de cada uno, son el aprendizaje de su propio ser. ¿Si no te equivocaras, como sabrías que eso está mal hecho? Nunca lo sabrías. Ni tampoco podrías sentir y aprender a discernir los sentimientos que conlleva hasta comprender el Amor más profundo de la realidad. Si tu cometes un error, nunca le echas la culpa a tu padre, ni a tu madre, entonces ¿Por qué me haces responsable de algo que tú has cometido?, ¿Por qué no lo impedir? Si lo hubiera hecho, no sabrías que eso no se debe hacer, no sabrías que eso hace daño, ni sabrías que trae consecuencias, ni sabrías pedir perdón o perdonarte a ti misma. Quiero darte un regalo, ¿sabes cómo se llama a lo que estás haciendo ahora mismo con la respiración?. Se llama Meditar, estás haciendo relajación, con la técnica de la respiración. ¿A qué te relaja y te sientes bien con tu cuerpo? Es porque estas conectando tu cuerpo con tu alma, con tu ser y con tu mente, y el hacerlo al aire libre, conectar con la naturaleza.
Ana hizo una respiración profunda, terminando expulsando por la boca, todo el aire que inspiro por la nariz hasta quedarse sus pulmones vacios, seguidamente abriendo los ojos, miro al cielo y miro el reloj. Sin darse cuenta había pasado más de media. Se encontraba tan bien en ese momento, tan relaja con ella misma que no le apetecía desconectar con todo lo que le rodeaba en ese preciso momento. Se levanto del suelo, respiro abriendo los brazos y con una sensación de bienestar se dirigió a su casa a ayudar a su madre, por primera vez sin pensar;
--Ahora tendré que limpiar y ayudar a los quehaceres domésticos.
Por primera vez, aunque no tenía ganas de hacer todo eso, pero se encontraba con otro ánimo, incluso pensó;
--Si termino pronto, me iré a leer un libro o a dar un paseo. Cuanto antes empiece, antes acabo.
Ana sin darse cuenta, estaba empezando a ver y sentir la vida de otro modo. Aunque tenía miedo al mañana, ahora sabía que debía vivirla con todo lo que eso suponía, pero se dijo a ella misma;
--Llorare, me caeré, pero me levantare. Porque sé que aunque no te veo, puedo llorar en tu hombro, que me cogerás si me hago daño y me cunaras, si no me puedo dormí. Fue un poquito más feliz, solo un poquito y con una sonrisa, mientras caminaba a su casa, para ayudar a su mama.
FIN
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