LA GRANJA Y SUS HABITANTES (1-2 Final)

Se trataba de una familia, muy integrada a la tierra y a toda clase de vida que tenían, a su alrededor. Su forma de pensar y ver la vida era muy sencilla. Si necesitaban algo pedían permiso a la naturaleza, como a la madre tierra. Ayuda a los roedores, para que no tocaran las cosechas y esperaran a dar su fruto. Y por supuesto, compartiendo sus cosechas o sus beneficios con los necesitados.

Cada miembro de la familia tenía una habilidad otorgada a la esencia de su ser. Cada uno se sentía unido a una parte del ecosistema planetario. Cada uno tenía un Don, pero todos juntos y unidos conocían cada rincón, cada vida o incluso cada elemento que componían la naturaleza. De ese modo, trabajando en conjunto, todos unidos podían tener una cosecha muy sustanciosa y unos animales, fuertes y llenos de vida.

Deixis conocía a los animales del rancho, solo con mirarlos. Era tal la complicidad, que tenían con ellos, que parecía que se entendían telepáticamente. Un día una yegua no quería levantarse, enseguida supo que le ocurría algo. La miro, de arriba abajo y de abajo arriba y como se encontraban afuera de las cuadras, miro al cielo, cerró los ojos, empezando a flotarse las manos entre sí, hasta tener las palmas de la mano ardiendo.

Parecía que entre las manos fluían, una electricidad invisible y poniéndole las manos en la panza del animal, este empezó a mover la cabeza de un lado al otro. Deixis noto que todavía necesitaba ayuda de alguien más fuerte que ella, de algo que le diera un poco de energía, para trasmitírsela a su amiga.

Miro al sol, le pidió permiso, cerró los ojos y  poniendo una mano hacia arriba, abierta, donde el sol empezó a calentar la palma de la mano y pasando por el corazón, fue bajando hasta la otra mano y trasmitírselo al animal. Pasado como 15 minutos más o menos se levanto y empezó a caminar. Achuchándole con el hocico a la joven, como si  estuviera jugando con ella, al mismo tiempo que daba la sensación que intentaba darle  las gracias.

Juan se podía comunicar, con toda clase de arboles que tenían sembrados en sus terrenos. Le gustaba dar unos largos paseos entre ellos. Siempre que no lo encontraban, estaba acariciando un árbol o lo veías reír solo, cerca de  uno. Decía que eran grandes escuchadores. Que podías contarles cualquier cosa, que siempre tenían una linda respuesta, donde terminaban riéndose juntos. Decía que podía sentir su esencia fruir por el tronco, su vida en las hojas y su sabor en las frutas.

El abuelo se comunicaba con el tiempo, sabía todos sus movimientos, antes de que lloviera, hiciera escarcha o incluso el viento. Decía que si uno prestaba atención a todo lo de su alrededor, terminaba por predecir lo que ocurriría mas tarde. Porque todo de un modo u otro siempre avisaba.

El padre como se encargaba de la siembra, era todo lo relacionado de la cosecha y la mamá como de esperar, era la que cuidaba a toda la familia, administraba el dinero, hacia las particiones y siempre le recordaba a todos;

--cuidar como si fuera oro, lo que se os a cedido para poder vivir. No dejéis desatendidos, ni los animales, ni la tierra y siempre que podáis, ayudar al  vecino. Pero de corazón y siempre cuando os lo pidan. Pensar que a veces uno cree que está haciendo un bien y la realidad es otra, puede que sin que lo sepas, lo estas humillando. Pero tener claro una cosa, ayudarlo a vivir, nunca es ayudarlo a sobrevivir. Nunca deis lo que no querréis, ni las sobras, ni estando roto. Porque todos deben vivir como tu: con Dignidad.

                                                                                         FIN