Terapia de pareja

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Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
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Hacía tiempo que mi mujer y yo no teníamos relaciones sexuales. Lo típico de años de matrimonio y de cansancio en la relación. Una tarde, después de comer, ella estaba echada leyendo el periódico en el sofá y yo en una esquina hacia zapping en la tv. Me puso sus pies cerca y descubrí que eran realmente bellos a pesar de los años y que sus uñas estaban pintadas de rosa. No sé por qué, pero de repente vi que sus pies me encendían mi deseo y noté una erección fuerte que hacía tiempo no notaba con ella. Y pensé en una fantasía: ¿si fuera mi madrastra y estuviera con ella en el sofá enamorado de sus pies? Esa fantasía se fue adueñando de mí y comencé a sentir que mi corazón se aceleraba más y fui empezando a darle un suave masaje en sus pies. Vi que ella se sorprendía y me decía que siguiera, que le gustaba esos masajes que muchas veces me demandaba y yo no quería por desidia. Seguí tocando suavemente sus dedos finos y comencé a besarlos lentamente. Ella seguía leyendo el periódico, pero parecía que le había escuchado un leve gemido. Continuaba adorando sus pies: el arco tan perfecto, las plantas de los pies con arrugas, pero sin embargo suaves y fui notando que sus gemidos eran cada vez más claros. Se tapaba la cara con el periódico y yo entendía que tenía que seguir subiendo por sus piernas. Fui a tocarle su sexo encima de sus leggins y me sorprendió que no me apartara la mano como otras veces de crisis de matrimonio. Fui notando encima de su ropa como sus labios mayores se hacían cada vez más carnosos y notaba perfectamente como su clítoris se iba encendiendo y agrandando. Sus gemidos comenzaban a ser más intensos y debía notar un place especial el rozamiento de mi dedo a través de su ropa.

Mientras tanto, había sacado mi pene al aire y ella al notarlo, me acariciaba rítmicamente con sus pies mi glande. Mi excitación era descomunal, hacía mucho tiempo que no me sentía así con mi mujer, que ahora la veía en mi fantasía como una madrastra que seguía min perverso juego. ¿Quién llegaría antes al orgasmo? En eso estaba cuando noto que las piernas de mi mujer comienzan a temblar y a apretar con fuerza sus muslos. Su orgasmo era inminente y veía como sus blancos y perfectos pies se retorcían como si estuvieran atados. Cuando ya me iba a correr ella me gana y comienza a tener descargas y a gemir de placer como cuando empezamos a ser novios. No me puede contener más y tras rozar con sus plantas mi pene, tuve una descarga de semen intensa: como un geiser que va soltando todo lo que tenía retenido de años de desidia. Al contemplar sus pies cubiertos de semen, como si fuera una fina crema que penetraba entre sus dedos di un grito de placer que hizo recuperar mi deseo sobre mi mujer. Ella se quitó el periódico de encima y me miró con una sonrisa de picardía que añoraba tanto tiempo mientras me susurraba: niño malo...Nuestra crisis matrimonial había quedado superada.


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