Entra por la puerta del hospital con su familia, con la ilusión intacta de una curación. Camina como puede por un frío y largo pasillo lleno de gente pensativa, con mejor o peor cara.
Casi todo es blanco, menos el alma de muchos de los que caminan por los largos pasillos anclados a un suero o a una sonda. Alguien, no sabe quien es, le indica que se ponga un viejo y desteñido camison y los nervios afloran.... queda poco para la intervención. Una rápida despedida de su mujer e hija con un beso y un abrazo. Un celador de verde conduce la cama hacia el quirofano 46...nervios, miedo y luego oscuridad...
De nuevo en la cama 611B, decepción en el rostro, rabia contenida..... La operación no ha salido como esperaba. En la 611A un hombre delgado, serio, inquieto y lleno de cables.. solo, dolorido, insomne, pide auxilio para pasar la noche e ir al país de los sueños donde poder olvidar su triste vida.
Al día siguiente se va de alta, enfadado, dolorido, pero vivo. La 611B se ocupa enseguida por otra persona con sus problemas, miedos y dudas.
¡La vida sigue para todos los que siguen vivos, pero qué diferente es para cada uno de ellos!
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