Nuevamente me encuentro sola en la habitación, recostada en la cama, observando el cielo nocturno por la ventana y oyendo el ruido de los grillos.
Nuevamente soy yo y mi soledad, yo y mi angustia, yo y mis inseguridades... Yo y mi depresión.
La depresión... Siempre se trata sobre la depresión. Todas las mañanas me levanto de la cama sin ganas, rendida al letargo de la rutina, existo en el día, hago lo que se tiene que hacer y ya; durante la tarde se me hace imposible el continuar disociando y me veo obligada a pensar en el mañana para programar la rutina a seguir. Cuando cae la noche, me encierro en mi cuarto y procuro ser alguien más que no sea yo, algo más que no sea un ser humano, y me permito divagar... Sobre la vida, sobre lo que me depara en el futuro, sobre las estrellas que se apagan y dejan de iluminar mí cielo.
Depresión, llanto, ansiedad, miedo, párpados hinchados, desesperación, angustia, incertidumbre, ira, abandono, ojeras, aislamiento, culpabilidad, depresión.
Suspiro largo.
Depresión.
Mi sostén son mis amigos, aquellas personas que me quieren genuinamente. Pero todos tienen su límite para la paciencia y cuando una ya no puede ocultar más su estado anímico, cansa. Porque se vuelve recurrente en su intento de pedir ayuda. Se desespera, se asusta y por último, se aísla. Para que los que se alejen de una no sean sus amigos, sino ella sola, ella primero.
Soltar.
¿Estará bien?
Cansancio.
Estrellas sin luz.
Depresión.
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