Finalmente había abierto su entre pierna para mí. Me había costado. Tenía semanas haciéndose la dura. No había hecho más que aumentar mi deseo. Mis ganas. Y allí estaba. Su cuca depilada. Sus labios brillantes, su clítoris sobresaliendo de su capullito. Sus carnes listas para ser chupadas y lamidas por mí. Su olor a sexo, a deseo. A hembra en celo y dispuesta. Sorbo su clítoris con mis labios, juego con mi lengua. La hundo en su cuca húmeda. Chupo, lamo, saboreo. Tres de mis dedos se abren camino. Agarro su cuquita para hacerla mía. La masturbo. Pide más. La sigo chupando, cada vez más húmeda. Un cuarto dedo se suma al trío. Mi pene este duro, erecto, brotado. Pero ahora mismo lo que quiero es beberme sus jugos. Que acabe en mi boca. Ruega por mi pene. Le digo que no. Ahora soy yo el duro. Mi primera vez con ella y con cualquier mujer quiero que sea una buena mamada. Que acabe en mis labios y en mis manos. Que me deje sentir allí toda su excitación... Que me deje saborear su elixir de mujer excitada y acabada. Sus temblores y gemidos. Aguantando mis ganas hasta último momento... Para embadurnarla con mi leche sobre su cuerpo. Para dejarle mi rastro sobre mi piel, para quedarnos ambos con ganas de más.
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