VIVIR O MORIR; ¿donde empieza o donde acaba? 1-1

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Se encontraban en un planeta, en un país, en una ciudad. En un punto donde iba a empezar su propia experiencia, su propia vida. Una vida donde empezaba llena de esperanzas, de sueños y de felicidad. Una vida llena de ilusiones, como cada vida de cada ser. Todo empezó con una sonrisa, con un llanto y termino; con un llanto y una sonrisa……

Nació pesando 3 kilos, fue un bebe muy hermoso y querido por todos. Sus padres no podían tener descendencia y con tratamiento, paciencia y fe, terminando por tener una criatura sana, hermosa y sin ninguna malformación. Ya que le habían dicho, que por la edad de la mamá y los leucocitos, junto con los espermatozoides del papá, podían causar una malformación, como una enfermedad.

Nada de eso ocurrió. Nació sana y muy hermosa. Le pusieron Elizabeth. Un hermoso nombre, que significa (mujer amparada por Dios). Tuvo una niñez llena de amor, una adolescencia de lo más común, dentro de una familia sin problemas, tanto económicos, como emocionales. Una mayoría de edad  llena de regalos, también se enamoro y formaron una pareja, después se casaron y tuvieron 3 hijos. Una niña y dos niños.

A la niña la llamaron Elsa. Los niños, uno Hugo y el otro Caín. Fue una gran familia, donde trascurría de lo más natural y dentro de una normalidad, como de cualquier familia, de cualquier punto del planeta. Los padres trabajaban, manteniendo unos gastos en conjunto. Los hijos empezaron los colegios, aprobaban los cursos, salían a jugar con sus amigos. Todos cumplían con las obligaciones, deberes y se divertían como cualquier familia de la humanidad.

Un día empezó a notar Elizabeth, que su marido le costaba trabajo mantener los objetos en las manos. José que así se llamaba, le quito importancia, pues se lo achacaba al esfuerzo de su trabajo. Ya que su oficio consistía, en un almacén, cogiendo cosas en peso. Siempre solía decir que se sentía muy cansado, que le costaba trabajo mantenerse de pie. Siempre decía que tenía que tomar vitaminas, para sentirse mejor y por supuesto, necesitaba unas vacaciones.

Elizabeth, empezó a intuir que, lo que tenía su esposo no era cansancio, pero  al mismo tiempo su interior le trasmitía miedo. Un miedo terrorífico, donde la frenaba, en coger cita al médico. Empezó comprándole vitaminas en la farmacia, mientras lo observaba con un terror paralizante. Era como si su Ángel de la guarda le soplara al oído, que José estaba enfermo y con los días contados.

Un día  ya no pudo más y decidió llevarlo de Urgencias al hospital. Le hicieron analíticas de todas las clases. Pruebas de todo tipo. Pues deseaban estar seguros, antes de decir lo que más de un medico, noto cuando lo vieron. Lo dejaron hospitalizado durante 15 días, hasta estar seguros de los resultados. Pasado unos días llamaron a Elizabeth a la consulta y le confirmaron que su marido tenía una enfermedad de un grupo muy rara. Tan solo había en todo el mundo un millón de personas con ella. Se sabía bien poco de los motivos que le hacían desarrollarse. Su proceso era flacidez en los músculos, hasta que se quedaba en una cama y con el tiempo no podía tragar solo, dando el caso, que se solían ahogar con su propia saliva, por no poder tragarla.

Elizabeth salió destrozada de la consulta del médico. Sabia el final, pero no podía imaginarse el dolor que sentiría al ver, a un ser, que había sido su apoyo y su consuelo en 10 años de matrimonio. No sabía si podría aguantarlo, ni si su persona tendría el aguante para animarlo y hacerle reír todos los días que le quedaba.

 

 


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