VIVIR O MORIR; ¿donde empieza o donde acaba? 1-4 final
La vida a veces es un enigma, nadie puede pensar, ni siquiera imaginar lo que debe sufrir otra persona, con un mismo problema, visto desde varios ángulos.
Elisabeth sabía perfectamente, en la situación que se encontraba. Había tenido en la mano lo mas añorado, buscado por el hombre. El amor y la felicidad, pero muchas veces se preguntaba, que había hecho para perderlo de ese modo tan cruel.
Su hijo Hugo quiso llevarse a su madre a su casa, pero su esposa no quiso, diciéndole que se divorciaría si la metía dentro. Pues cuidaba a sus padres y no estaba dispuesta a pasar toda su vida, cuidando a viejos. Hugo como estaba muy enamorado, cedió a su esposa.
Caín no podía cuidar a su madre, pues se quedo sin trabajo. Con el paro solo pudieron coger un alquile, donde si se llevo a su madre con ellos. Elisabeth tuvo que ayudar con todo con su pensión. Pues no tenía su hijo para alimentar a su toda su familia. Ya que eran 3 hijos y el matrimonio. Y gracias a que con las dos viviendas, quedo cerrada la deuda del banco, de la hipoteca del piso de Caín.
Elisabeth sentía una gran pena. Ya no le quedaba ningún recuerdo, ni objeto de José. Donde fue tan feliz y dichosa con su amado, se lo habían arrebatado, sin ningún miramiento. Sin pensar en su dolor.
También sufría por Hugo. Ella lo entendía, pero también entendía que ella era su madre. Que ella lo había tenido, del mismo modo que aquellos padres tuvieron a su nuera. Ella no lo encontró, ni lo robo. Lo tuvo con muchos dolores. Sufría por el desprecio de su hijo, mucho más que por todas las pérdidas materiales.
Ayudaba a toda la familia de Caín. Cuidaba de los nietos, los llevaba al colegió, al médico, al parque. Estando con sus nietos era cuando se encontraba completa y realizada. Llena de vida y valorada, aunque fueran por una personitas indefensas y diminutas. Se sentía feliz viéndoles corres, divirtiéndose en los columpios.
Viéndolos se acordaba de sus hijos pequeños, de su marido, cuando todo estaba bien. Cuando todo se encontraba en su sitio, de una forma ordenada. Cuando todos se querían y se respetaban. Cuando todos estaban juntos. Cuando eran una familia de tantas, de la tierra.
Un día mientras jugaban los niños en el parque, a la salida del colegio, Elisabeth se empezó a encontrar mal. Saco una foto de su familia, la miro y empezó a sonreír y a brillar como nunca antes se había visto. Sus nietos a ir, a ver que ocurría por el brillo de felicidad que desprendía su abuela, notaron que algo no andaba bien. Elisabeth no respondía, no se movía. Pero si daba gusto verla tan feliz, como hacía tiempo, nunca nadie la había visto jamás.
Llamaron a Hugo y Caín, junto a sus esposas no daban crédito a la escena que estaban presenciando. Por primera vez, veían a su madre llena de luz y paz, llena de felicidad, como si estuviera en el paraíso, como si estuviera con alguien y se alegrara al verlo.
A lo lejos se encontraba Elisabeth con José y Elsa, mirando a todos con asombro, pero esta vez Elisabeth no era quien lloraba.
FIN
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