Tarde

"Después de un pequeño parón volvemos..."; a seguir reuniendo palabras e historias.

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Es bastante indescriptible esa situación tan desgarradora… como cotidiana. Nadie queda impune a esos remordimientos de andar por casa, que te dejan sintiéndote «fuera». «Ese» sentir que simplemente llegas «tarde» porque caprichosas fueron las coordenadas espacio temporales. Cuando llegas a un momento que sabías que estaba hecho sin duda para ti. Pero tú llegas «tarde», ya sean unos segundos, unos posibles días o incluso años. Cuando llegas tarde a decisión determinante. A un lugar. A un recuerdo. A una persona. A la amistad. Al amor. A un sueño. Siempre tarde.

Tampoco podemos olvidar otro punto flagelante: peor es cuando a veces sabes que otra persona está ocupando el lugar que te corresponde legítimamente por el mero y ambiguo hecho de llegar «antes»… Pero sobre todo duele porque a pesar del obvio desajuste temporal lo sabes: ese punto exacto de la realidad era para ti. Pero se cae como un fleco en un bonito vestido, y solo deja rotos entresijos. Y te sientes desnudo y gélido ante las inclemencias del azar.

Allí donde va esa «entrada» que compras en el último concierto de tu grupo favorito, que luego se suspende por la vida. Y tu papelito pierde color y valor entre conciertos a los que «sí» pudiste ir. Allí donde mueren los «te quieros» sí correspondidos que nunca se dijeron entre amigos demasiado íntimos. Que simplemente esperaban a una señal que por supuesto nunca llega…. Allí donde habita ese sueño perpetuamente aplazado por salarios mediocres y decisiones tomadas por otros. Y años después apuestas en proyectos ya huecos, incluso vaciados por uno mismo. A todos esos momentos llegas «tarde», pero llegas… Y es entonces cuando entiendes todo lo que te estabas perdido y solo queda continuar… o quedarse con las migajas de lo que resta.

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