Abrax, Braxas y el rayo que los parió

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–¡Saludos, Nahna, Bruja del Páramo! Abrax le da la bienvenida al Mercado de Dona.

–¡Nahna! Del páramo la bruja. ¿Por nuestro humilde comercio qué le trae?

–Abrax. Braxas. Tengan los dos muy buenos días. Necesito mandrágora de fauno. Una raíz bien grande será suficiente. Y también nueces de Ávalon. ¿A cuánto tiene la onza, Abrax?

–Abrax tiene la onza a solo una pieza de oro. Y pueden entrar entre diez y doce nueces. Se la quitan a Abrax de las manos, señora. ¡Se las quitan a Abrax de las manos!

–¿Doce nueces a una sola pieza? ¿Tan barato, Abrax? No me estará ofreciendo jamelgo salado por unicornio, ¿verdad? Y dígame, Braxas, ¿usted a cuánto las tiene?

–Mis productos de la mejor calidad son, en cuenta lo tenga. Tres piezas a una onza es su valor pero grandes son como huevos por gallinácea puestos. Recolectados recién.

»No le engaño, bien lo sabe. Los tejemanejes a Abrax le dejo.

–Abrax se pregunta qué quieres decir con eso, Braxas.

–Compañero, digo que un estafador eres.

–Eso no se lo dices a Abrax en la cara.

–En la cara te lo digo. De aquí a Peichín malo eres. Como la quina.

–¿Qué Abrax es malo? ¡¡Que Abrax es malo, el desgraciado dice!! Pues mejor ser malo que bobalicón como tú, Braxas. Si no fuera por Abrax el negocio hace tiempo que se hubiera ido al garete. Un mes sin pagar el alquiler y Baskin, El del corazón helado, convertiría el local en una cabaña turística.

»¡Ay, Nahna! En nuestra pobre Arcadia Bajo ya solo hay sitio para turistas, tabernas y tiendas de recuerdos. Qué pocos negocios tradicionales quedan.

–¿Qué me va a contar, Abrax? La semana pasada salvé a dos idiotas de morir calcinados. Fueron al Páramo para hacerse un retrato ante una fumarola. ¡Un retrato a pigmento y aceite! Si hubieran visto como sudaba el pintamonas…

–Pero excusa no es para a la clientela engañar.

–¿Será idiota el santurrón? Nos vas a arruinar el negocio.

–Pobre pero honrado mejor es.

–Eso díselo a Baskin, a quien las hadas contagien la gripe del troll.

–¡Sinvergüenza!

–Ahora vas a ver tú…

–¡¡SE PUEDE SABER QUÉ PASA AQUÍ!! Hola, Nahna. ¿Me puedes explicar qué le pasa a estos dos buenos para nada?

–Dona, Hija de Verdulero, Hijo de Frutero. Buen día tenga. Aquí sus esposos, que tienen una visión muy distinta del negocio.

–No me digas más. Abrax, siempre taimado y tramposo, vende mucho con su género de tercera a precios de saldo mientras que Braxas, de una bondad rayana a la estupidez, atrae a los pocos arcadianos de paladar exquisito con sus productos de lujo.

–¿Y usted, Dona?

–Yo engaño lo justo para tener beneficios y conservar a la clientela.

–Dona, en usted se halla el equilibrio.

–No hay otra forma de sacar el negocio adelante. ¡Abrax! ¡Braxas! Preparadle a Nahna una onza de nueces. Mitad de una calidad y mitad de la otra.

–Y no os olvidéis de la raíz de fauno. Bien grande, por favor.

–Ya habéis oído, chicos. En marcha que el dinero no crece como las manzanas de oro en el jardín de las hermanas Herpérides.

–Bueno, Dona. ¿Y cómo es su vida con esos dos? Reconozco que Guierindie Gueltcam, El insuflador de la vida, hizo un trabajo excepcional. Pocos hubieran conseguido salvar a su pobre Abraxas, Esposo de Verdulera, cuando ese rayo lo partió por la mitad.

 –Para El insuflador de Vida no tengo más que palabras de agradecimiento, no me vayas a malinterpretar, pero usar medio golem para completar cada parte de Abraxas...

–¿Tiene quejas de su trabajo?

–Más bien de los efectos secundarios.

–¿Y cuáles son? Si puede saberse.

–Pues mire. Desde que la comunidad de Judá se instaló en el reino cada vez que uno de sus miembros tiene un problema, por muy nimio que éste sea, el golem sale del letargo para ayudarlo, arrastrando a mis maridos y dejando el puesto vacío.

»A veces pienso que mejor me habría ido si Riotuerto, El matasanos de la Cavada, hubiera cosido a Abraxas con aguja e hilo.

–¿Me hablas de sirujía? Y qué vendría luego, ¿tomarse una gragea de lonotil para dormir a los genios de la cabeza?

–No seas hipócrita, Nahna. Tú usas lentes para ver.

–Eso es cristal tallado, no aberrar a la Madre Naturaleza.

–Si tú lo dices…

–Lo digo. Pero bueno… Hablando de todo un poco. ¿Puedo hacerle una pregunta personal? Curiosidad de vieja bruja.

–Hazla y ya veré si te respondo.

–¿Cómo es tener a dos hombres en el mismo lecho?

–¡Bah! No te hagas muchas ilusiones. Incluso cuando estaba completo mi Abraxas no funcionaba ni medio bien.

–¿Quiere que le recete una píldora de genio azul?

–No te preocupes, Nahna. Siempre fui una mujer con recursos. ¿Le apetece un manojito de plátanos para esta noche? De las Islas de los Canarios, por supuesto.

–No gracias, Dona. Ya llevo cuanto necesito.

–Pues nada. Que tenga un buen día.

–Salud, Dona, Hija de Verdulero, Hijo de Frutero.

–Salud, Nahna, Bruja del Páramo.

»¡¡SIGUIENTEEE…!!

 

B.A.: 2024

Serie: Érase una vez en Arcadia Bajo:

El valor de un unicornio

Píldoras de genio azul

Tragedia doméstica en tres actos


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