LA POETISA 1

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Aquel atardecer de un domingo del mes de marzo de finales del siglo pasado, yo había salido de un cine en el que había visto la magnífica película del director italiano Luchino Visconti llamada ROCO Y SUS HERMANOS, que estaba ubicado en la que había sido la céntrica y emblemátia calle Tuset a propósito de un intenso movimiento cultural que se había desarrollado en la misma en los años 60 y en la que proliferaban toda suerte de sofisticados establecimientos de moda tanto de ropa como de empresas de publicidad; discotecas,PUBS y restaurantes: los cuales habían sido frecuentados por los escritores latinoamericanos tales como Mario Vargas Llosa y García Márquez en la época del "boom" de la literatura de aquellos países en Barcelona.

Entonces yo fascinado por el aire creador que todavía se enseñoreaba en aquella calle me dediqué a pasear por ella, cuando de repente me encontré con una bella mujer rubia, de ojos verdes, la cual iba elegantemente vestida; pues se notaba que pertenecía al acomodado ambiente que residía en aquella señorial zona; pero que no obstante llevaba en su mano derecha una carpeta repeleta de papeles. No era la primera vez que veía aquella dama, por lo que cuando en otras ocasiones me había salido al paso siempre me había llamado la atención

La mujer abordó a un viandante que cruzaba la calle; éste le hizo un gesto de rechazo y siguió su camino. Mas ella reparó en mí y se me acercó con paso resuelto.

- Perdone que le moleste, señor. Mire, yo soy poetisa y en esta carpeta llevo algunos de mis mejores poemas. ¿Le interesaría leerme alguno y comprármelo? - me dijo la dama muy educadamente y con un marcado acento extranjero.

Reconozco que el ofrecimiento literario de aquella hermosa mujer en el que advertí la necesidad de ser escuchada tocó mi fibra más sensible puesto que yo aunque me ganaba la vida haciendo de director en una escuela privada que la había heredado de mis padres quienes se habían dedicado a la docencia durante muchos años, en mis ratos libres también había escrito poesía. Mas aquella actitud de la atractiva artista de las letras me sugirió.que ambos estábamos envueltos en un tupido y agoviante silencio anímico social dificil de definir que ahogaba a nuestras almas.

- Por supuesto que me interesan tus poemas - le respondí yo con la mejor de mis sonrisas-. Estamos hechos de la misma sustancia porque yo también escribo poesía. Pero relajémonos un poco y vayamos a tomar algo, que así hablaremos mejor.

La mujer al cabo de dudar unos segundos accedió a lo que yo le proponía. Acto seguido la llevé a un PUB llamado COUPE que tenía unas mesas que simulaban ser coches de carreras, pero en el que preparaban unos estupendos combinados.

Tan pronto como nos hubimos acomodado en una de aquellas mesas mi acompañante sin pérdida de tiempo sustrajo de la carpeta una hoja de papel en la que había escrito con tinta roja uno de sus poemas llamado EL TIGRE. Al parecer a ella lo que más le importaba en este mundo era dar a conocer su trabajo y que se lo compraran.

Leí con interés su poema y enseguida me percaté que el "tigre" de su escrito era una metáfora su propia naturleza humana que anhelaba ser aceptada y querida por sí misma al margen de cualquier convención social. Se puede asegurar que dicho poema era el grito de socorro que su persona daba cuántos la podían rodear.

- Es muy bueno- admití mientras bebía un cuba libre de ron y ella un San Francisco.

- Gracias. ¿Me lo compras?

- Claro. Este poema tiene fuerza. Se nota que su mensaje emana de lo más profundo de tu ser, y precisamente esto es lo que influye más en el lector. Pero ante todo presentémonos. Yo me llamo Eduardo Miró.

- Yo soy Ruth Favre. Tanto gusto - respondió ella un tanto ceremoniosa.

 - No eres de aquí ¿verdad? - inquirí.

.- No. Soy Suiza.

- ¿Y qué haces en este país?

- Vivo en Barcelona desde hace unos pocoa años, con mi marido que es ingeniero industrial. Y yo antes era una secretaria de su empresa.

- Ah. Estás casada.

- Sí. ¿Y tu?

- Bueno...sólo un poco;  para que no sea dicho... No tiene mucha importancia - le dije en un tono bromista, pero a la vez con la intención de que nos centrásemos en nosotros mismos-. Y dime. ¿Has leído a muchos poetas? ¿Por ejemplo a Yeats, a Rilke...? Yeats era mucho más que un poeta.Él era un ser muy pronfundo que iba más allá de las palabras.

- No,no,no.

- Pues te recomiendo que leas a los maestros de este arte porque no tan sólo te enseñan, sino que también estimularán tu genio creador.

- Ya - expresó ella con laconismo.

Empecé a sentirme eufórico con aquel encuentro. Por fin había hallado a alguien que daba la impresión de que podía comprender mi natural manera de ser; mi sensibilidad.

- Escucha Ruth. Si te parece bien, tú pones en orden tus poemas, los corriges si es necesario; me entregas una copia de los mismos, y yo hablaré con mi editor para que te los publique. Así bastante gente te conocerá y apreciará tu impronta personal.

-Oh estaría bien. No sé. Ya veremos - respondió Ruth algo indecisa; aunque con una postura más relajada, que me dio a entender que ella se sentía a gusto conmigo, ya que a fin de cuentas nosotros éramos dos almas gemelas.

- Vamos mujer. Hay que echarse al agua. ¿Y qué dice tu marido de los poemas que escribes - quise saber.

- ¡Huy! Él no me comprende en absoluto. Mi marido es muy práctico y no me toma en serio.

- Lo imaginaba.

                                                                                  CONTINÚA

 


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