Cascadas de agua, resbalando por las montañas, observando toda clase de vida. Pájaros revoloteando por los aires y olores arrastrados por el viento.
Pedruscos en el mar, alejados de las orillas de las playas. Oasis rodeados de agua y plantas flotando en sus superficies, llenas de colorido.
Islas paradisiacas, inalcanzables para todos, pero soñadas y envidiadas por muchos. Un sitio ideal de retiro, descanso para el cuerpo y deseado por el alma.
No existe la locura de las ciudades, no hay las luchas cotidianas, ni la competencia del ser humano, por alcanzar algo imposible de tocar.
Un sitio donde no hay tecnología, ni preocupaciones, ni nada que altere tu mente. Tan solo tú y la naturaleza, tú contigo misma/o y mucho menos existe el dinero.
Conecta con tu ser más profundo, proyecta todo aquello que te relaja, buscando un espacio donde solo tú puedes entrar.
Mírate y no cierres los ojos. Siéntete y no cierres tu corazón. Aunque las mareas se tambaleen, aunque las aguas vengan turbulentas, encuentra tu espacio, donde puedas conectar con tu yo superior.
Da igual si es tu cuarto, una salita, un parque o simplemente un sueño profundo. Escuchando una linda melodía, cerrando los ojos y con esa gran herramienta, que es la imaginación, traspórtate allí, donde no puedes ir, pero deseas estar. Dedicándote unos minutos de tu valioso tiempo, cambiando tu estar.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales