Tu voluntad es la mía y Mi voluntad es la tuya (1-1)
Eran una familia cualquiera, de algún sitio del globo del mundo. Compuesta como todas las familias, 2 hijos, un papá y una mamá. Se ganaban la vida trabajando como muchas familias del planeta tierra. El papá se llamaba Julián. La mamá Luisa. El hijo pequeño Antonio y el mayor Oscar.
Julián y Luisa se sentían completos. Sentían que la vida les había dado un gran regalo, algo que pensaban que será imposible de conseguir y que ya tenían desaparecido de sus pensamientos, de sus deseos y sobre todo de la esperanza de obtenerlo en un futuro o en un mañana de sus vidas.
Luisa no podía tener hijos. Cuando se casaron hacia 10 años aproximadamente, vieron que nunca llegaba un bebe engendrado por los dos, decidiendo ir al médico, donde terminaron por oír que ella tenía problemas con las trompas. Mientras escuchaban la noticia, tanto Julián, como Luisa no se movían, tan solo se miraron y se cogieron de las manos. Sin dar crédito a lo que escuchaban y por supuesto empezaron a sentir algo parecido como fracaso, como desilusión y malestar, todo envueltos y mezclados entre sí, sin percibí Julián que Luisa era la que empezaba a sentirse peor.
Al terminar de darle las noticias el médico, término diciéndoles las opciones que les quedaban, menos inseminación in vitro, esa también era imposible de llevarla a cabo. Solo le quedaban adoptar un bebe o alquilar un vientre, pues en según qué sitios si era legal. Se levantaron de la consulta, saliendo los dos callados, sin pronunciar palabra alguna.
Sus pensamientos empezaron a trasmitirle a sus cuerpos, sobre todo al de ella, una sensación de fracaso y sobre todo Luisa de utilizar un cuerpo defectuoso, un cuerpo incompleto, donde solo le serbia para las cosas más simples de la vida cotidiana, pero lo más bello, lo más hermoso, el crear, ese ser llamado Dios se lo había arrebatado al nacer. Luisa mientras caminaba, cogida de la mano de su esposo, sintió que le había fallado a su gran amor y compañero. Enseguida lo miro y pensó que ahora él la abandonaría, se marcharía con otra, dejándola sintiendo que había dejado ser una persona completa, para pasar a ser una mujer defectuosa, incompleta y vacía por dentro.
Luisa se paro, miro a Julián y con lagrimas en los ojos le dijo;
--Te he fallado, no podre darte un hijo. Sé que es tu gran sueño. Llegar a ser padre, tener descendencia. Julián si quieres, podemos divorciarnos. De este modo podrás con el tiempo a encaminar tu deseo, tu sueño: ser padre.
Julián la miro, agarro su cabeza con las dos manos y le dio un beso en la frente y le dijo;
--Luisa, ser padre no es fabricarlo, no es inseminar a tu pareja. Ser padre es crear un sentimiento entre dos personas con el día a día. Enseñando a vivir, a luchar, no fallándole en sus necesidades y lo más importante. Creando unos lazos de amor incondicional, aunque tu hijo te falle. Ser padre es amor, aunque te cueste la vida y tú no lo hayas fecundado, ni lleve tus genes. Luisa, adoptaremos a nuestro hijo.
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