Escapada

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Después de tener un tiempo fuera de casa, por motivos de trabajo, la sensación de deseo era mayor, me sentía como hacía años no lo hacía, exploraba mi cuerpo buscando puntos de placer, imaginando con mis manos el reencuentro lleno de pasión y lujuria.

Me encontraba en la sala de espera para abordar el avión que me llevaría a casa, a sus brazos nuevamente, y no paraba de imaginar escenarios, unos románticos, otros llenos de puro deseo, todos llenos de añoranza.

Sentada en el avión, se me ocurrió la idea del día que vuele a mi lado, escaparnos a los servicios del avión y follar como en las películas, sintiendo un placer extremo por la ayuda de los vacíos provocados en las turbulencias. Y con este pensamiento, y está sensación de deseo empezó el despegue del avión. Juraría que al momento de levantar el vuelo puse sentir un orgasmo. Me sentía cachonda, no estoy segura si fui la única en sentir placer, se escucharon varios gemidos por lo largo de la cabina, o a lo mejor era mi mente llena de deseo la que lo imaginaba.

Finalmente se terminó la espera y ahí estaba, ya no había distancia entre nosotros, me vio con deseo, pero sobre todo con amor, me extrañaba realmente, y yo a él, y esa mirada me respondía a todas las dudas que en algún momento pudieron surgir.

Tenía planeada una salida, y estábamos un poco justos de tiempo para prepararnos, llegamos a casa, y prácticamente soltaba el equipaje con una mano y con otra preparaba una mochila, quería que nos relajáramos, había hecho reserva en un spa con cena... 

Llegados al spa nos muestran las instalaciones, y tenemos libertad de utilizar el baño turco, la piscina con hidromasajes y nos darían un masaje y por último una cena. Ahí estaba yo en modo obligarme a disfrutar, porque nunca se me ha dado bien el recibir masajes, y estar en zonas de piscinas, donde imagino suelos y bordes babosos, y suelo pasar mi tiempo intentando flotar y no tocar nada, por lo que me obligué a no pensar y en intentar relajarme, pues la locura del trabajo y vida de los últimos meses me lo pedía a gritos.

En todo momento tenía en mi mente que necesita echar un buen polvo, meterle mano y sentir su miembro, que hace tiempo no le sentía, en el baño turco intenté calmar y controlar mi respiración, y la verdad que me pareció peligroso. Pensaba que la oportunidad se presentaría en la piscina, al llegar había una chica huésped del hotel, pero qué mala suerte... Bueno... Intentaré omitir que ella está ahí.... Me siento a recibir los chorros de aire del jacuzzi, y busco que uno de ellos pueda golpear mi clítoris, a un lado veo a la chica, y al otro a mí marido, pienso que, si ella no estuviera ahí, yo ya podría hacer un masaje con mi boca al miembro de él, mientras él tiene un chorro de agua golpeando su espalda... 

No me atrevo a más, me siento excitada recibiendo esa presión en mi vagina, que ya no sé diferenciar si la produce el deseo por tenerle dentro de mí, o el placer de ese constante chorro del jacuzzi, ¿es que está chica no siente que sobra en este espacio? La decepción de no poder satisfacerme me hace olvidarme de que exista un encuentro, y justo nos buscan para recibir ese masaje... 

Pasamos a unas pequeñas cabinas, donde nos dan un masaje individual, por un momento pienso es si le harán un final feliz, aunque la chica que le atiende no era muy joven, seguramente no lo hagan, no parece el típico lugar donde recibir un masaje con final feliz, y así, el tiempo pasa muy rápido, ya hemos recibido un maravilloso masaje, y yo me siento más cachonda de lo que he podido sentirme en mucho tiempo, decido ir desnuda hasta los cambiadores... Mi marido lo nota y entiende que mi cuerpo pide a gritos que me tome, que me haga suya... Abre la ducha y me besa, apretando mi cuerpo junto al suyo, al lavar mi cabeza puedo sentir la espuma de el champú resbalar por mi espalda y penetrar entre mis nalgas, a él le encanta esa visión, le encanta lavarme la cabeza y enseguida siento su miembro fuerte, presionarme entre las nalgas, buscando abrigo, mi vagina me presiona por ser penetrada, y mi clítoris está súper sensible a cualquier roce... Me da la vuelta y no para de besar el cuerpo, mientras presiona mi cuerpo contra la pared de la ducha, estos meses ha trabajado mucho en el gimnasio y se nota, porque me levanta colocando mis piernas alrededor de su cintura, y finalmente me penetra, llenándome de una ola de placer al sentirlo dentro de mi, y mi cuerpo responde con movimientos danzantes, como olas en el mar, y él me golpea, suave pero firme, haciéndome desear la siguiente embestida, mi clítoris está firme, preparado ante el roce, donde cada embestida le llena de placer... Puedo concentrarme en sentir y disfrutar... siento su miembro en mi interior, rellenando la profundidad que mis dedos no cubrían las últimas semanas, mi clítoris erecto presionado entre su cuerpo, y brotando placer ante cada embestida, mi pecho que al estar excitado se ponen los pezones firmes, pegados a su pecho cálido, siento el roce de mis pezones entre su pecho, el agua cálida de la ducha resbalando entre nuestros cuerpos, su boca besándome, quitándome el aliento... Y después de varias embestidas pude sentir como me llevaba de su leche, y con esa sensación también acabé yo, llena de placer, llena de él.

Teníamos una cena a la que asistir, y en casa, el amor por hacer.


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