Disfruta bien donde me tienes.

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Para entender esta mierda que se me ocurre escribir un jueves de madrugada donde ni la telebasura me entretiene, creo que tendré que explicaros un breve concepto.

La felicidad,

es efímera, concisa y confusa.

Efímera, porque se basa en momentos pasajeros, y por mucho que quieras quedarte en el tren de la felicidad, tarde o temprano llegará un desvío hacia la putada más cercana.

Concisa, porque es más evidente que tu grado de aburrimiento para estar leyendo esto. Si estás feliz, se nota en tu cara, y se denota en tus acciones. Es inevitable y necesario demostrarlo.

Y confusa, por una simple y jodida razón. Aparentar-fingir ser feliz, no es serlo.

Todo esto se explica con una sutil diferencia, la que existe entre reir y sonreir. Aquí cualquiera esta jodido y se ríe, pero ningun hijo de puta sonríe sin ser feliz. Creo que con un ejemplo basta:

Yo, me río con mis colegas, y sonrío cuando la veo.

Una vez aclarado esto, puedo hablar con tota libertad de la causa, razon, o sinsentido de mis ojeras.

Como todo en la vida (todo lo que merece la pena), hay que pasar dias muy jodidos para disfrutarlo, pero tambien hay veces en que no es complicada la situación sino ella. Hay dias en que las proposiones para verla van disminuyendo a la vez que aumentan las ganas. Porque siempre fue más de tragarse el orgullo a ratos. Más de dejarlo en doble fila que de aparcarlo a un lado.

Una guerra continua entre mis ganas de estar bien y su antipatía, entre la autoestima que me da con un par de palabras, y lo mal que me hace sentir cuando no me habla. Entre mi desconfianza y sus borderías.

Sabemos que estamos mal, y sabemos que es mejor hacer como si nada. Mejor para nosotros. Peor para nuestra relación.

Ya no sé que hacer, mi dignidad vive un piso más abajo que yo de tanto arrastrarme por ti.  El amor propio y el odio ajeno comparten habitacion de al lado conmigo. Y cuando tú estás en la mía, la confianza en mi mismo se muda al ático, y vuelve a por sus cosas cuando te vas.

El camión de la mudanza nunca se fue, por eso nos persigue el pasado.

Debí irme cuando tu culo le tendía una emboscada a mi lógica, no fue fácil quedarme, sigue sin serlo olvidarlo. Igual que sigue siendo una puta mierda vivirte, engañarme y aplaudir como otro consigue disfrutarte.

Porque tus contratiempos son casualidades, tus pocas ganas de verme, cansancio y todo lo que misteriosamente falla cuando de encontrarnos se trata, me limito a llamarlo mala suerte. Que siempre que llegas tarde me creo eso de que lo bueno se hace esperar, que si te faltan décimas en el segundero para desear irte trato de consolarme con eso de que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Pero es que con dos ejemplos me basta para saber que me aferro a refranes de mierda sólo para quitar de mi cabeza eso de que juegas conmigo. Iluso o desconfiado. Gilipollas o gilipollas, por seguir dudando aún. Meses después de ver la película envidio a Leonar Shelby y su desgraciada amnesia. Me engaño, y sé que lo hago. Voy a tener que empezar a tatuarme tus putadas.

Y lo haría, si no fuera porque acabaría mas pintado que Scofield y seguro que compartiendo un final igual de triste. Después de tanto desliz empiezo a llamarte costumbre, desidia, putada, o ganas de llenar el cargador y disparar a la paciencia. Ni para joderme a mí tendría los cojones que me llevan faltando desde el dia que deje que estuvieras en mi vida de la unica forma que no puedo desvestirte.

Ahora, no sé si vivo por sufrir o por lamento, si sonrío por fuerte o por iluso, y si te espero por amor o por imbécil. Eres sal en la caricia y frustración en mi desvelo. Duermo ganas de verte hace ya unas cuantas noches , y tú, hace días que te estas ganando que ya no me importe. Que si el cielo llora por qué no iba a hacerlo yo, ebrio de dolor escribiendo, que la nostalgia es la mayor trampa del tiempo, que te quiero, y hasta los otros sentimientos muestran sus celos. Que engañé a mi orgullo para liarme con tus tonterías, y ahora mi corazón no quiere dejar de verte, aunque mi cabeza se haya cansado de aguantarte. Por lo menos he aprendido, que el alcohol no es sinónimo de olvido, y que es más duro levantarse con resaca pero sin ti.

Aunque me levanto, porque no levantarse es tenerle miedo al mundo, el sueño es una excusa, y como no se hacer otra cosa, escribo para desahogarme, por no echarla, de mi vida o de menos. Porque me convertí en hombre, el día que por más desgracia que suerte, me dí cuenta que esas dos palabras que no dije todos esos días, son más difíciles de tragar que el orgullo. Que esos "y yo", aquellos "yo también" y todas esas inseguridades en forma de cobardes respuestas cotizan mucho menos, en bolsa, que no a la vista, en comparación con todo lo que trago por seguir ahí. Sabes esa mierda de sufrir para adentro y ser un cabrón de orgullo para afuera, pues eso es la mierda. Y eso es lo que quiero toda mi vida, porque en la letra pequeña estás todas tus virtudes y los intereses no son nada comparados con tu sonrisa.


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