Antonia, una mujer muy pizpireta iba andando por el monte, iba como decía ella, a pasar el rato rodeada de naturaleza, por eso que dicen de conectar con tu yo interno y respirar aire fresco. Ella es una chica de ciudad, así que en verdad, estaba en el monte Perdido porque no tenía otro plan mejor para este fin de semana.
Antonia, es una mujer muy torpe, así que llegado a un punto del primer km tropezó con un pedrusco del camino y se comió el suelo. Como si fuera una serie de Netflix apareció un senderista de buen ver a ayudarla.
Antonia, una mujer muy puta, no dudó en aprovechar la oportunidad. Así que hizo su mejor actuación para seducir a Jonathan. El senderista que tampoco era de lívido baja accedió a “caer en sus encantos”.
Antonia, que siempre conseguía lo que se proponía, acabó chupándosela y follando como una perra en el monte Perdido. Tras la disminución de hormonas sexuales, los dos siguieron su camino.
Antonia, ingeniera en caminos pero, con cero habilidades para la orientación, acabó perdiéndose. Agobiada y sin cobertura empezó a dar vueltas como pollo sin cabeza hasta que exhaust,a llegó a un rio. Estaba sedienta, así que no se pensó dos veces y se echó un par de tragos. Siguió el cursó del rio, pero empezó a encontrase mal. Sentía un dolor de barriga intenso y fue a cagar.
Antonia, sorprendida por la textura y color de su deposición, se acercó a un cartel que había en la orilla del rio que no había visto antes. Que dictaba así: no bañarse, no beber, posible aparición de efectos secundarios por vertidos radioactivos.
Antonia, indignada, pensó que eso era denunciable. ¿Cómo pueden verter eso en un rio? Pero aun así siguió andando intentando encontrar cobertura o a Jonathan para que la ayudase.
Antonia, que recordamos que era muy torpe, se volvió a tropezar con otro pedrusco y dejó caer su móvil al agua. Histérica, se zambulló a por él. Pero no lo encontraba y tuvo que salir a por aire.
De repente, le picaba todo el cuerpo, se le estaba descamando la piel, la ropa se le desintegró, el pelo empezó a caérsele. Empezó a costarle respirar y no conseguía encontrar el móvil.
Antonia, con 4 pelos mal puestos, desnuda, con la piel llena de ampollas, empezó a gritar. Intentó salir del agua, pero las piernas le pesaban mucho. Hizo un esfuerzo sobrehumano y consiguió pisar tierra. A lo lejos le pareció reconocer el culito de Jonathan, y empezó a gritar y a correr hacía él. Pero no conseguía alcanzarlo, parecía que cada vez estaba más lejos.
Antonia, agotada, empezó a ver doble y calló desmayada en el suelo.
Cuando despertó no reconocía donde estaba. Era un hospital, era Jonathan esposado gritando y llorando, era una enfermera poniéndole medicación, era su madre saltando de alegría cuando vio que la miraba, era su móvil intacto…
Tras unos días todo se aclaró.
Antonia Sánchez García, mujer de 28 años, salió a pasear por el monte Perdido. Tuvo una caída accidental y un hombre fue a socorrerla. Ella en ese momento no presentaba ni signos ni síntomas que alertaran al joven. Pero mientras mantenían relaciones sexuales consentidas, Antonia empezó a presentar “movimientos raros, luego se desmayó y el chico llamó a los servicios de urgencias. Diagnóstico: Traumatismo craneoencefálico con leve hemorrágia. Evoluciona favorablemente.
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