El ingeniero reservado del trabajo
Por Afrodita iluminada
Enviado el 16/04/2024, clasificado en Adultos / eróticos
19316 visitas
Jaden siempre es callado y hasta pasa por prepotente… Pero es lo que más me gusta de él. Cuando comencé en ese trabajo y lo vi por primera vez, al instante lo imaginé dentro y tan profundo dentro de mí, haciéndome gritar su nombre de placer puro, dándome duro con lo que estaba segura era una deliciosa polla… Pero tuvieron que pasar seis años para que mis fantasías se hicieran realidad.
Jaden tiene una preciosa piel canela, ojos cafés, cabello negro y barba. Es atlético, estatura promedio y sus jeans marcan un paquete gigante (sí, soy tan descarada que siempre intentaba dibujar su verga en sus pantalones).
Mi deseo hacia él llegaba al punto de dejar lo que estaba haciendo para correr al baño y regalarme una maravillosa corrida cada vez que pasaba en frente de mí, escuchaba su voz u olía su perfume combinado con su aroma corporal, que es mi adicción. Siempre tocaba mi conchita húmeda en aquel cubículo para mujeres imaginando que me metía toda su verga en la boca, la ponía entre mis tetas o que me embestía hasta quedar sin aliento. ¡Tenía que tapar mi boca para ahogar mis gemidos en horario laboral!
SEIS AÑOS DESPUÉS
En un momento random, cuando ya daba todo por perdido y estaba segura que jamás se fijaría en mí, comenzamos a hablar. Me di cuenta que tenemos muchísimas cosas en común y eso volvió a ponerme cachonda.
Descubrí que tenía un compañero de trabajo extremadamente pervertido y provocador. Quise… Necesitaba sentir toda su carne reventándome, así comencé el juego…
Amo el sexo, masturbarme y utilizar juguetes. Ese día me coloqué mi vibrador a control remoto y se lo di para que fuera el autor intelectual de todas mis corridas.
Esa mañana llegué a mi trabajo a las 6:30 am (siempre éramos los primeros en la oficina) con un diminuto vestido rosa que asentaba mi piel morena y sin ropa interior. Me acerqué a él, le entregué el aparatito morado y le dije: “tú tienes el control”.
En su cara noté tanto deseo y curiosidad que eso hizo que me mojara aún más… ¡Mi conchita estaba bañada hasta los muslos! Me senté enfrente de él con mi computador portátil y comencé a trabajar. Él sólo me miraba con cierta picardía que aumentaba mi deseo… Cuando, ¡Boom! Una deliciosa corriente invadió toda mi vagina y mi única respuesta fue tapar mi boca y poner los ojos en blanco… ¡Ya había comenzado el juego y él era un excelente contrincante!
En ningún momento apartó su mirada de mí y de la reacción que ese vibrador producía en mi cuerpo… Mi piel se puso de gallina y yo era invadida por múltiples orgasmos, TODOS regalados por aquel ingeniero reservado que me mataba combinándolas diversas velocidades de aquel juguetito. Cuando quería que me retorciera en la silla, ponía máxima velocidad... Mis piernas temblaban, mis jugos se derramaban y yo me dejaba llevar ese momento tan erótico.
Su mirada hacia mí era fuego… Se notaba a leguas que quería clavarme y yo lo anhelada. Se levantó de su silla y me pidió que me detuviera. “Me arrechas de una forma”, me dijo.
“Ahora tócate para mí y me muestras tu leche”, le respondí. De una accedió y se fue para su oficina. Pero yo estaba dispuesta a jugarme el todo por él todo. “¿Puedo ir a utilizar mi boca?”, pregunté aún con el vibrador dentro de mí. “Sí. Pero tiene que ser rápido porque pronto empieza a llegar el personal”, aseguró. Salté de mi asiento y en 30 segundos estaba en su lugar de trabajo.
Yo lo miraba con ansias mientras mordía mi labio inferior. No podía perder el tiempo así que me acerqué a él y comencé a besar su cuello… Bajé por su pecho abrazado por una camisa tipo polo impregnada de ese delicioso perfume y su aroma masculino… Por fin llegué a su jean. Su polla estaba tan dura que su pantalón explotaba. Quité su correa, desabroché sus pantalones y antes de sacar esa verga comencé a comérmela desde su ropa interior. La besaba y daba pequeños mordiscos, como antelación de lo que venía… Jaden cerraba sus ojos mientras gemidos y rugidos escapaban de su boca. Al liberarla, me encontré con un pedazo de carne grueso, lleno de venas y con una cabeza rojita. Es la verga perfecta. Estaba mojada y yo moría por probar ese jugo. La metí tan profundo en mi boca que la sentí en mi garganta, pasé mi lengua por la cabeza haciendo círculos mientras lo miraba a los ojos y le regalaba una sonrisa. Él me tomaba de mi largo cabello castaño oscuro y me empujaba hacia el fondo. Yo babeaba tanto que mi saliva se derramaba hasta sus huevos. A ellos también les di mucha atención. Los lamía y succionada disfrutando cada centímetro de su ser.
Mi motivación eran sus gemidos y palabras sucias que me hacían sentir poderosa. Mis manos alternaban entre agarrar y apretar sus nalgas y muslos y darle placer a mi clítoris. “¡Qué perra eres!”, “¡Cómetela toda!”, “¡Sigue chupando así!”, me decía mientras yo iba de arriba hacia abajo aumentando la velocidad y utilizando mi lengua. “¡Para! ¡Te la quiero meter! ¡Necesito romperte el coño!”, exclamó. Como una ráfaga, me levantó, me dio la vuelta, me recostó en su escritorio en cuatro, levantó mi pequeño vestido rosa, separó mis piernas, me sacó el vibrador aún encendido y me la metió con tanta fuerza que no pude ahogar un gemido.
“Shhhhhhhhh… ¡Cállate que nos pueden escuchar!”, me advirtió. Yo estaba tan arrecha y húmeda que su polla entró de una sola embestida. ¡Me clavó como un animal! Me daba tan duro y fuerte que sentía cómo me venía literal y mojaba el piso de su oficina. Con una mano estimulaba mi clítoris y con la otra me agarraba de las caderas para poder llegar más profundo… Yo sólo podía disfrutar.
“¡Estás gigante!”, “¡Me encanta!”, “Dale duro a esta perra, por favor”, suplicaba. Jaden seguía clavándome con tanta fuerza que sentía que me partía en dos. “Déjamela rojita y que no me pueda sentar… Dame muchos motivos para pensar en ti”, susurraba entre jadeos. "Me voy a venir”, advirtió antes de derramar toda su leche caliente dentro de mí.
Nuestra respiración entrecortada se sincronizó mientras yo sentía el palpitar de su polla aún en mi sexo, la mejor sensación. Cuando volvimos en sí, salió de mí, rápidamente me compuse y abandoné su oficina cargada de su leche…Decidí no limpiarme… Me quedé todo el día así, empapada de él como recordatorio de una magnífica mañana…
Y sí… Los encuentros en su oficina continúan…
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales