Atardecer rojizo

Ana recuerda las tardes que pasaba contigo, cuando no existía el tiempo ni nada más que esa burbuja, a la que nadie tenía acceso excepto ella y tú.

Es una tarde de domingo, pero hace ya varias semanas que no es como las demás. Ana ha perdido algo, y no encuentra un por qué y eso la perturba. Intenta entretener su tiempo libre, ese que antes pasaba contigo y estaba lleno de risas, en leer, en escribir, en pasear, en ir a la naturaleza y es allí, en el único sitio en el que encuentra algo de paz. 

Hoy Ana sale a pasear y se queda paralizada, mirando el atardecer, que hoy es rojizo, y eso la hace estar inquieta. Ha leído que cuando el cielo está rojizo, algo espiritual está a punto de suceder. Una sensación extraña brota de su interior y hace que se pare en seco. Se sienta en el suelo y casi sin darse cuenta, con los ojos cerrados se encuentra en otro lugar. Un lugar donde todo es bonito, donde solo hay paz. De repente, nota unos brazos que la abrazan, que la envuelven, que la sujetan fuerte pero delicadamente. Se deja llevar por las sensaciones, un deseo la inunda,  recorre cada rincón de su ser. Siente como esas manos la acarician, una suave brisa recorre su cuello, es algo tan agradable que la hace estremecer, su respiración se hace cada vez más intensa y nota como se equilibra con otra, con la tuya, y un gemido de placer sale de su interior, no puede parar de sentir, desea más y más, nota unos labios suaves, delicados que se posan suavemente en los suyos, no puede evitar mordisquearlos, chupar su aroma, como si de nectar de tratase. No puede aguantar más y comienza a temblar, los gemidos salen de su boca incontrolables y llenos de pasión. Eres tú, su amor prohibido, su conexión mas profunda.

Ana no quiere separarse de ese deseo. Poco a poco, su cuerpo se relaja, abre los ojos, no sabe que ha pasado, pero ahora cada tarde, espera su atardecer rojizo para sentirte otra vez cerca de ella.