Esta noche no puedo dormir. Nada me gustaría más que cruzar el puente de los sueños y disfrutar, pero una opresión en el pecho no me deja respirar en esta oscura habitación . Oigo los latidos de mi corazón tan fuertes, que casi no me dejan ni escuchar mis pensamientos. Cojo aire despacio, me apoyo en mi almohada, compañera inseparable de mis desvarios, de mis noches en vela y la suplico que me comprenda una vez más. Siento que me ahogo, que el corazón se me sale del pecho, una angustia que desconozco se apodera de mi, no sé cómo pararla. Algo me preocupa y caigo presa de la locura porque no acierto a ver que es. Caigo en el abismo del desconcierto, de la desesperación. Una vez más mi comprensiva almohada me echa una mano y recoge mis primeras lágrimas, que brotan sin parar como un manantial perdido en medio de la montaña, y cuando mis sollozos ocultan los latidos de mi corazón, entro en una cadena de sueños inquietantes, que hacen que esté deseando despertar de nuevo.
Y como cada día tú, en el fondo del baúl de mis pensamientos, me descubres que el insomnio es por ti, porque tú eres mi sueño y no te tengo aquí.
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